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"La Autovía tiene la culpa", afirman los afectados por las riadas en La Retela (Tapia)

Una de las viviendas anegadas se edificó en 1981, pero no se inundó hasta 2008, tras la construcción del tramo Tapia-Barres de la A-8

"La Autovía tiene la culpa", afirman los afectados por las riadas en La Retela (Tapia)

En Casa Nicanor nunca pensaron que la construcción de la Autovía del Cantábrico, que atraviesa el concejo de Tapia, les provocaría problema alguno. Sin embargo, las fuertes lluvias de la primavera de 2008, pocas semanas antes de la apertura al tráfico del tramo Tapia-Barres, demostraron lo contrario. Los ríos Anguileiro y Muria experimentaron aquella primavera una fuerte crecida y entraron con virulencia en la vivienda, arrasando por completo la planta del sótano. Desde entonces han sufrido las consecuencias de cuatro riadas, a lo que hay que añadir algún que otro susto, como el de los últimos días, cuando las fuertes lluvias volvieron a tener en vilo a esta familia que no duda en señalar a la A-8 como la culpable de esta situación.

Lo que más molesta a los tres inquilinos de esta casa -José Antonio Fernández, su mujer, Concha Pérez, y la hermana de ésta, Luisa Pérez- es la falta de respuesta de la Confederación Hidrográfica a sus muchos escritos de reclamación. "No tenemos ni una sola contestación desde que empezamos a mandar escritos en 2008", dice Concha Pérez, que se muestra resignada a vivir pendiente del río sin que nadie les aporte ninguna solución. "Yo creo que esto ya no tiene solución, no nos queda más que estar impotentes esperando a ver si llueve", explica.

Los propietarios hacen hincapié en que cuando, en 1981, levantaron Casa Nicanor lo hicieron "con todos los papeles en regla" y en un terreno que entonces no estaba calificado como inundable. Cumplieron con todos los requisitos que se les exigieron, como la distancia de separación con el río. Sin embargo, ahora reprochan que ni la administración local ni la regional atiendan su problema y les den respuesta.

Luisa y Concha se criaron a escasos metros de la casa actual y no recuerdan crecidas como las de ahora. Antes el agua podía filtrarse hacia su finca en momentos concretos, anegando parte del terreno pero sin causar ningún daño. "Estoy a punto de cumplir 80 años, pero hasta que se abrió la Autovía no vi nunca que el agua superara la pared junto al río. Esto antes era todo labradío y ahora no hay nada, nada se puede tener aquí", incide Luisa.

La construcción de la Autovía trajo consigo la canalización de toda el agua hacia los ríos Muria y Anguileiro, que, en momentos de fuertes lluvias, no son capaces de dar salida a toda el agua. Aunque esta familia señala a la Autovía como la principal causante de la situación actual, también se queja de la falta de atención y cuidado que se presta a los ríos. "Hay riadas, pero luego no se sacan los sedimentos, así que el río se va cerrando. El Anguileiro antes era ancho y grande, y ahora es poco más que un regato", denuncia esta familia.

Los propietarios de Casa Nicanor se quejan de la falta de atención que se presta al río. La prueba, dicen, es la obra de reparación del tubo que canaliza el Anguileiro bajo la carretera N-634. El Ministerio de Fomento encargó los trabajos a la empresa Comsa, que empezó a actuar a finales de año. "Dejaron pasar todo el verano y se ponen ahora", reprocha José Antonio, quien dice que la administración conoce la situación del tubo desde hace dos años; por eso no entiende por qué no ha habido una mejor planificación. Tras la crecida de estos días, el tubo y los materiales de obra han quedado llenos de maleza y residuos. Esta obra pretente frenar el deterioro del tubo (de 4,2 metros de diámetro y 67 metros de longitud). La actuación incluye la construcción de un canal central y dos aceras en la base de la estructura que canaliza el río. Se trata de un trabajo de mantenimiento de la estructura que, según los vecinos, no influirá en los problemas que padecen en caso de fuertes crecidas.

Cuando coinciden las crecidas de los ríos de A Muria y Anguileiro el agua toma el núcleo de La Retela convirtiendo la conocida como Casa Nicanor en una isla. En los peores momentos, el agua ha alcanzado los 90 centímetros de altura en el sótano de la vivienda.

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