Amalio Fernández Quintana, además de ganadero, es un contador de historias. En este caso, la suya. Su vida, su día a día. "A mí la gente me encanta. Disfruto mucho mostrando a los turistas cómo es la vida en una granja. No me cuesta ningún trabajo porque hablo sobre lo que he hecho siempre. Me gusta que la gente sepa todo lo que hay detrás de un 'brick' de leche, y detrás, lo que hay es gente como yo, como mi familia", señala.
Desde hace unos seis años y compaginando sus labores como ganadero, realiza visitas guiadas de pago a su granja, "La Cuesta", en Santa Marina (Cudillero), haciendo partícipes a niños y mayores de las labores más sencillas de cada día. A los menores de 5 años no les cobra entrada. La de los pequeños de 6 a 9 años cuesta tres euros. Y el resto paga diez. También van colegios.
"Aquí hay 90 vacas, caballos, cabras, cerdos, conejos, patos, burrinos, ponis, gallinas, ovejas y cabras... Entre otras actividades, los visitantes participan en la tarea de catar las vacas y les mostramos también el ordeño con máquina. Les hablo de todo lo que es la vida de una vaca en la granja; si hay ternerinos, les dan el biberón; les dan de comer a los pollitos, a las cabras; dan un paseo a caballo... En fin, que durante casi tres horas disfrutan y conocen lo que es una granja de verdad. Al final los niños beben toda la leche que quieren y comen todas las magdalenas que les apetezca, que las elabora como nadie mi mujer, Graciela, que también participa en esta actividad", señala.
Eso sí, una de sus ideas más curiosas y originales, que inició hace cuatro años, es el alquiler por un módico precio -la tarifa varía según el número de días- de conejos de la raza "toy" a los niños que llegan a la zona a pasar sus vacaciones con la familia. Son ocho y de tamaño "toy" y enano. "Hay familias que llevan viniendo tres años o cuatro años, y antes de ir para el apartamento, se pasan por aquí a llevarse el conejo del niño, que al final siempre es el mismo. Se les entrega con todo lo necesario, en un habitáculo cómodo, con comida y arnés. Siempre volvieron bien, como se fueron, jamás hubo un problema. Por si acaso, pedimos DNI, dirección y teléfono, y les dejamos el nuestro por si se cansan del animal o, por si se pone enfermo".
No cabe duda alguna de que el "renting de conejos" es, cuando menos, una idea singular y única de las muchas de este hombre que, dada la situación que atraviesa el campo, cree que "hay que diversificar e idear otras formas de sacar partido a lo que conoces. Para mí no hay nada más gratificante que ver la atención que ponen los niños y también algunos adultos cuando les enseño el día día en 'La Cuesta'".
De su amplio anecdotario se queda con lo que le preguntó un niño después de llevarles a la cuadra, catar una vaca y mostrarles la leche: "Oiga, señor, ¿y ahora que ya tiene la leche, por dónde se rellena la vaca?".
