Navia amaneció ayer con un buen susto en el cuerpo. Un total de 16 viviendas del número seis de la calle Las Veigas tuvieron que ser desalojadas por un incendio originado en la habitación de la segunda planta del bloque hacia las cuatro de la madrugada. A consecuencia de las llamas los sanitarios atendieron a catorce personas, seis de ellas guardia civiles, por crisis de ansiedad y leves intoxicaciones de humo.

Josefina Segurola es inquilina de uno de los pisos de la segunda planta, una de las peor paradas. "Empezamos a escuchar gritos... Nunca te esperas algo así cuando estás durmiendo, en plena noche", relató ayer por la mañana a LA NUEVA ESPAÑA aún con el susto en el cuerpo.

A las voces le siguieron el intenso calor y el miedo. La mayor parte del vecindario decidió abandonar sus casas con lo puesto ante la humareda y las llamas que salían desde el 2ºA. Allí un matrimonio octogenario trataba de luchar sin éxito contra el fuego desatado en uno de los dormitorios. Esta pareja abandonó la calle de Las Veigas a primera hora de la mañana en busca del consuelo de sus familiares: lo han perdido todo. El resto de vecinos hicieron guardia en la calle hasta que la Guardia Civil, que desplazó a agentes de los cuarteles de Navia y Luarca, autorizaron el paso. Eran las doce de la mañana y sólo se permitió el acceso para recoger enseres. "Fue terrible, casi nos tiramos por la ventana", contó el padre de Tamara Bousoño, un hombre también entrado en edad que, cigarrillo en mano, intentaba buscar una explicación a lo sucedido.

La investigación está abierta, pero todo apunta a un cortocircuito. La inquilina del piso donde se desató el fuego, según la versión de sus vecinos, acudió al aseo (antes encendió la luz de la mesilla de noche) y cuando volvió el cabecero estaba en llamas. Su marido, Nicasio Arias, que duerme en otra habitación de la vivienda, intentó sofocar las llamas, pero no pudo. No dieron resultados los esfuerzos ni tampoco el extintor del rellano. Todos los vecinos del segundo piso lograron salir del edificio por su propio pie, confundidos y con lo puesto, mientras las llamas se adueñaban de parte de la escalera, la única vía de salida de los residentes de las viviendas superiores al no funcionar el ascensor.

"Escuchar los gritos es lo peor", relató Alejandro Fernández, un joven que vive en el tercero. Él no abandonó su casa, como sí hicieron la mayor parte de los vecinos. Se quedó observando el avance de las llamas e intentando contener un fuego descontrolado. Desde la calle se podía ver a una parte de los inquilinos en los pisos superiores, por las ventanas, intentando respirar entre el humo que se había adueñado del edificio. "La estampa era de película, una imagen espantosa", recordó la teniente de alcalde, Cruz Fernández, pendiente durante la mañana, junto a sus compañeras de gobierno Margarita Suárez y Rita Irustra de los vecinos que se han quedado sin hogar.

De momento, tres familias han sido realojadas en dos hoteles de Navia hasta que el Principado decida sobre el futuro de las cuatro viviendas sociales más afectadas, inauguradas en 1998. Otras dos han optado por alojarse en la vivienda de algún familiar. A última hora de la mañana de ayer, se autorizó el acceso a los pisos de las plantas tercera y cuarta. Los inquilinos de los primeros están pendientes de las filtraciones de agua. El piso donde se desató el fuego resultó completamente arrasado y muy afectados están los tres más cercanos.

Al lugar del suceso acudieron bomberos de Luarca y Castropol. El Centro de Emergencias desplazaron a la zona dos vehículos de primera salida, otro con autoescalera, y un tercero ligero. También trabajaron intensamente agentes de la Guardia Civil y voluntarios de Protección Civil de Navia.