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Ni una copa más

Compartir experiencias y ponerse metas sencillas es la base del método para combatir la adicción a la bebida

Uno de los carteles del encuentro en Boal. G. GARCÍA

Una copa lleva a otra, y a otra más, y al cabo del tiempo se pierde la cuenta. Apenas sin darse cuenta, se supera la línea imaginaria que separa al bebedor social del alcohólico, y es ahí donde aparece la enfermedad. El relato crudo, sincero y descarnado de varios alcohólicos sirve de ejemplo perfecto de cómo, tras caer en el problema de la bebida, hay esperanza de volver a levantarse, apoyándose en quienes lo han superado. Un grupo de Alcohólicos Anónimos de Oviedo visitó Boal para dar a conocer su enfermedad, su experiencia y su esfuerzo para ayudar a quienes, como ellos, están enganchados al alcohol.

"El alcoholismo es una enfermedad reconocida como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y así lo creemos también nosotros. Lenta, incurable, dado que una vez se traspasa la línea imaginaria que separa el bebedor social del alcohólico ya no hay vuelta atrás, y progresiva, pues si no se alcanza la abstinencia completa del alcohol puede darse un fatal desenlace", explica Manolo, que, como el resto de miembros del grupo, utiliza un nombre ficticio. El enfermo sufre "una alergia física sumada a una obsesión compulsiva", que hace que una vez que se prueba el alcohol se anula la capacidad para controlar su ingesta.

La enfermedad afecta en lo físico, en lo psíquico y en lo emocional. "Las afecciones físicas y psíquicas son tratadas perfectamente por los profesionales de la Medicina. Nuestro programa va dirigido a la recuperación emocional del alcohólico", explica Manolo, que añade que es la identificación entre los afectados, en una relación sincera, la que lleva a compartir experiencias y ponerse metas sencillas. "Si no se toma la primera copa, no se puede uno emborrachar. Cualquiera puede pasar 24 horas sin tomar esa primera copa, y a las siguientes 24, intentar hacer lo mismo que las anteriores".

El alcohol destrozó la vida de Luis, que cuenta que al principio le ayudaba a "relacionarme" y vivir "sin complejos". Sin embargo, el consumo social dejó paso a otro más intenso, en el que "estaba todo el día borracho". Llegó al filo de perder su empleo y de arruinar su matrimonio. Sin embargo, el programa de Alcohólicos Anónimos lo "salvó de la muerte", como él lo describe.

Paqui comenzó a beber cervezas tras caer en depresión por la muerte de su padre. Se percató de su problema cuando comenzó a cambiar, "a desatender mis ocupaciones". Tras una serie de problemas, acudió a este colectivo, donde se ve respaldada para dejar la bebida.

"Nuestra única misión es llevar nuestro programa de esperanza y recuperación a quien lo pueda necesitar", subraya Manolo, que deja el teléfono 24 horas para atención: 649235531.

También participó en el encuentro "Al-Anon", grupos de apoyo a las familias de alcohólicos. "La vida de los que vivimos con un enfermo queda dañada, con miedos y angustias", señala este colectivo.

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