Las guerras las hacen los adultos, y las cuentan los adultos. Sin embargo, uno de los grupos de población que más las sufren son los niños, que apenas tienen oportunidad de liberar sus sentimientos. Con "Little Hopes, pinturas con esperanzas de paz", la infancia siria, profundamente afectada por la guerra que arrasa su país, ha podido transmitir el miedo, la rabia y el dolor que genera el conflicto armado en niños y adolescentes. Ahora, y hasta el 15 del presente mes, la exposición se encuentra en Navia, donde además de contemplar las creaciones pictóricas, se puede aportar ayuda a la asistencia sanitaria de menores en zonas de conflicto.

La exposición llega a Navia de la mano de la ONG "Global Humanitaria". Está formada por medio centenar de cuadros pintados por niños refugiados sirios que viven en el centro Bader, en Ammán (Jordania). Se trata de un centro de salud especializado en terapias para niños que han sufrido las consecuencias, tanto en el plano físico como en el psicológico, de una guerra. Allí, una de las terapias es la participación en un taller de artes, llamado como la colección, y de la que es génesis.

En las paredes del espacio cultural El Liceo puede contemplarse la forma en que Iman, de 15 años, se ve separada en dos. "Entre aquí y allí. Mi cuerpo está en un sitio, y mi corazón está en mi casa", se titula la creación, en la que una figura humana se superpone a dos mapas, el de Jordania y el de Siria. También cabe analizar cómo ve Ola, de 17 años, el antes, jugando en una habitación, y el después, deambulando por un campo de refugiados lleno de tiendas de campaña blancas con la inscripción de "Naciones Unidas".

Según se relata en la propia muestra, es a través de estas pinturas como los niños aprenden a vencer las escenas de horror que les ha tocado vivir, y a asimilar el futuro que les espera, muchos de ellos habiendo sufrido mutilaciones. "Algunos de estos niños han sido amputados, otros han perdido la vista o algunos dedos de la mano, pero todos ellos tienen la esperanza de volver a vivir en un hogar donde reine la paz", reza uno de los trípticos.

Los fondos obtenidos por la venta de cuadros se destinan a mantener el centro Bader.