El de la ganadería "es un oficio muy sacrificado, en el que no hay festivos ni domingos" y por eso "te tiene que gustar mucho". De esta forma define la ganadera Concha Méndez, de Meiro, su trabajo, y el de tantas otras mujeres en el medio rural, donde han pasado de tener un papel secundario a convertirse en auténticas empresarias. El Ayuntamiento de Coaña rindió homenaje a sus ganaderas en la celebración del Día Internacional de la Mujer. Fueron 24 las distinguidas. Todas, desde la más joven, con 35 años, hasta las que llevan décadas encargándose del negocio familiar, agradecieron el gesto del Consistorio, en un día que calificaron como "muy especial".

"El perfil de mujer ganadera siempre va vinculado a hacerse cargo de una actividad mucho más extensa que la de las tareas propias del ganado. En líneas generales, concilian su trabajo con las tareas propias de un ama de casa, crían a sus hijos y atienden a sus mayores, ya que en las casas de labranza es habitual convivir más de una generación", señaló Rosana González, teniente de alcalde del municipio coañés. El concejo, añadió González, "les debe el máximo de los respetos", ya que forman un colectivo numeroso, convertido en "un auténtico motor económico y social". "No ceséis en la lucha diaria, para que vuestra voz sea oída y respetada", les animó.

Concha Méndez, que lleva más de dos décadas trabajando con ganado, aunque sólo cinco años de forma exclusiva, lamenta que cada vez haya menos explotaciones ganaderas. "Antes en los pueblos veías que casi en cada casa había vacas, más o menos, pero había. Ahora quedan muy pocas, por culpa de la problemática de los precios y de que la gente buscó otras alternativas", reflexiona la mujer coañesa.

Aún así, el oficio sigue contando con sus ventajas. "Vives en el campo, de una forma sencilla, sin pretensiones de bienes materiales. Y no tienes un jefe directo, por lo que puedes organizarte el día, te puedes gestionar", apunta esta ganadera.