Víctor Frechilla se confesaba nervioso minutos antes del inicio de la representación del popular vía crucis de Villanueva de Oscos. Aunque este vecino de Illano suma muchos años ya encarnando al particular Cristo de los Oscos, en esta ocasión la cita fue especial por los cambios introducidos en el recorrido y porque ayer se estrenó sobre el terreno la declaración como Fiesta de Interés Turístico regional que el Principado acaba de conceder.

"Este rato, hasta que arrancamos, sí que se pasan nervios. Luego, si todo sale bien, pues no hay problema", indicó Frechilla, al tiempo que aplaudió la decisión de la organización de convertir el monasterio de Santa María en escenario central de la trama: "Es muy sugerente".

Todo salió según lo previsto y el nuevo recorrido aprobó con nota la crítica de los cientos de vecinos que se acercaron hasta la pequeña capital de Villanueva. Una de las escenas que más impactó por novedosa fue la de la Última Cena, pues se desarrolló en el patio central del monasterio, lleno hasta la bandera.

En poco más de media hora se desarrolló toda la representación, lo que dejó con ganas de más a algunos de los espectadores. Es el caso de la madrileña Rosa de la Torre, que pasa unos días de vacaciones en la comarca. "Nos recomendaron venir y la verdad es que está muy bien, pero sabe a poco", precisó mientras contemplaba la última escena, la crucifixión de Cristo.

En el vía crucis de Villanueva participan alrededor de un centenar de personas, la mayoría vecinos que se vuelcan con esta celebración única en la comarca. En esta edición y por segundo año consecutivo, el Consistorio de Villanueva contó con la participación de la guardia pretoriana, el grupo lucense vinculado al Arde Lucus, que contribuye a hacer más vistosa esta representación de la Pasión según San Marcos.