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El abogado eterno de Cangas

"Me moriría si no trabajara, ¿en qué iba a pensar, en los pájaros?", afirma Florentino Quevedo, que a sus 97 años sigue ejerciendo

Florentino Quevedo, en su despacho. D. Á.

Cuatro casos tiene sobre la mesa el abogado cangués Florentino Quevedo, algo que no sería llamativo si no fuera porque cumplió hace unos días los 97 años y en unos meses celebrará sus 55 años ejerciendo la abogacía, lo que lo convierte en el abogado en activo más veterano de España.

Lejos de pensar en retirarse definitivamente de su profesión, Quevedo se marca como meta "llegar a los 100 años y seguir ejerciendo, aunque si llego a ellos luego pediré seguir hasta los 101 y los 102", afirma.

Y vitalidad para alcanzar su reto no le falta. Sigue una rutina bien marcada todos los días de la semana, en la que el trabajo ocupa buena parte del tiempo, y esa "vida normal", sumada a una buena alimentación y a su tiempo de ejercicio, es lo que asegura que le mantiene en buena forma y con ganas de seguir trabajando. "Hago una vida solitaria, me levanto, doy un paseo y vengo al despacho hasta la una y media; doy otro paseo, como y duermo una siesta de dos horas, para volver al despacho a las cinco hasta las ocho y media. Y además de los paseos hago gimnasia", explica. Sin embargo, reconoce que llevar su modo de vida no es sencillo y requiere de "mucha fuerza de voluntad".

Su trabajo cuenta como su principal afición y por ello no duda en aseverar que "me moriría si no trabajara, porque con mi trabajo tengo la mente ocupada; de otra forma, ¿en qué pensaría, en los pájaros?", se pregunta. Aunque cuando los casos que lleva le saturan recurre a la música, su otra pasión. En el ordenador de su despacho busca música gallega de Juan Pardo y Ana Kiro, sus favoritos, y se anima incluso a cantar. "Como soy gallego me gusta escuchar música gallega, que me alegra la vida", reconoce.

A pesar de que Florentino Quevedo ya puede decir que es cangués, llegó a la villa del suroccidente asturiano en 1940, con 21 años, para trabajar como maestro de escuela, después de pasar su infancia en la provincia gallega de Orense, donde nació, y parte de su adolescencia en Astorga, para realizar sus estudios. Al principio pensó que su llegada a Cangas sería transitoria, pero primero le amarró el trabajo y luego se casó, "y Cangas se convirtió en mi pueblo, un sitio que me gustaba y que me sigue gustando".

Empezó trabajando como maestro en el Grupo Escolar de Enseñanza Primaria y desde 1950 como director del centro. Sin embargo, su idea inicial, al finalizar sus estudios, era haber ingresado en la policía secreta, donde en ese momento no había plazas. Mientras ejerció como director decidió entrar en el mundo del Derecho comenzando a ejercer como Procurador en 1948, donde aprendió buena parte del trabajo de abogado, carrera en la que se licenció con 42 años; posteriormente, con 45, obtuvo el doctorado con una tesis que llegó a ser un manual de referencia sobre el derecho de las minas, que lo convirtió en un abogado experto en minería que trabajó para todas las empresas hulleras del concejo.

Ahora tiene sobre la mesa el estudio de una sanción de varios miles de euros que busca anular o al menos reducir y temas referidos a montes. No obstante, lo que ahora le trae de cabeza es el nuevo sistema de comunicación telemática con la administración de Justicia: "es un lío impresionante".

Quevedo mira hacia atrás, a su larga trayectoria, y se enorgullece de poder decir que "no tengo nada de qué arrepentirme en mi ejercicio de abogado". Si bien asegura que no le gusta presumir, de vez en cuando se coloca en la chaqueta la insignia de la Cruz de San Raimundo de Peñafort, que le concedió el Ministerio de Justicia en 2009 por sus décadas en la abogacía.

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