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Cuando el "cole" está en casa

Los pequeños de Buseco continúan el curso escolar en su hogar, tutelados por su madre, mientras se resuelve la petición de la familia de unas ayudas "justas" para el transporte

Antón y Pedro Martín realizan las tareas de la escuela bajo la supervisión de su madre, Ana García. G. GARCÍA

No suena el timbre porque no hay timbre, pero Antón y Pedro Martín saben que toca recreo. Dejan los libros, se calzan las madreñas y salen a atender a las gallinas. "Las pitas son su ganado, ellos se encargan de cuidarlas", apunta su madre, Ana García. En menos de un cuarto de hora ya están de vuelta, y retoman el trabajo con los libros de texto, llenos de ejercicios y salpicados con algún que otro dibujo. Así es como van al cole estos dos niños de Buseco (Valdés), ante la imposibilidad de desplazarse a su centro habitual, en Concernoso. En casa, con la supervisión de su madre, mantienen el ritmo que marcan en la escuela. Llevan así dos meses, desde que la Consejería de Educación informase a los padres de un recorte del 84 por ciento en las ayudas al transporte escolar. "Y seguiremos hasta que la educación sea gratuita de verdad", advierten los padres.

Antón y Pedro, de 10 y 7 años, estudian en la cocina de su casa. En este aula no hay pupitres, sino una mesa grande y un banco de madera. No disponen de encerado, ni tampoco es obligatorio el uso del mandilón. El calor lo aporta una cocina de leña, y se puede ir en zapatillas "de andar por casa". Hasta ahí las diferencias, porque el trabajo es el mismo que desarrollan, a kilómetros de distancia, los compañeros de los pequeños de Buseco. "Estamos en contacto directo con la maestra, que nos envía regularmente las tareas y las lecciones que tienen que ir realizando", explica Ana García.

El horario en el "cole" de Buseco es flexible. "Solemos empezar a las nueve de la mañana, paramos un poco, y seguimos hasta la hora de comer. Pero si yo no puedo, también llevamos el trabajo a la tarde, para que no pierdan el ritmo", subraya García, que compatibiliza las tareas del hogar con esta nueva labor de maestra, con un ojo siempre pendiente en las lecciones. Esta vez toca porcentajes, y trata de explicar a Pedro cómo funcionan en el caso de los céntimos y las monedas de euro. La buena disposición de los pequeños ayuda a hacer más sencillas las cosas. "Ahora ya es una rutina, saben que tienen que trabajar aquí en lugar de en la escuela, y lo hacen sin protestar", afirma Ana García.

Los padres de los pequeños no temen que esta situación repercuta de forma negativa en el progreso académico de los menores. "En el tema del rendimiento académico no hay ningún problema. De esta forma están aprendiendo algo mucho más importante, que a lo mejor a alguno no le gusta que aprendan, como que cuando te pisan los derechos puedes protestar, no tienes porque estar en silencio", señala David Martín. "No puede ser que se defiendan unos valores, de que la escuela es pública, universal, gratuita... y cuando los reclamas, te ignoren".

Y es que esta familia denuncia una "falta de interés" por parte de la Administración para resolver este problema. Aseveran que desde el primer día en el que conocieron la cuantía de las ayudas tomaron la decisión de no llevar a los pequeños al colegio, y ese mismo día lo notificaron a Educación, solicitando al mismo tiempo una reunión con el Consejero. "Aún no ha encontrado un hueco para atendernos", critican.

Los de Buseco creen que la estrategia del Principado es "esperar a ver si nos cansamos, y desacreditarnos", en un momento en el que "no estamos pidiendo nada más que lo que teníamos hasta ahora: que las ayudas cubran el gasto que nos ocasiona trasladar a nuestros hijos al colegio". Suman en este apartado el combustible y el mantenimiento del coche, que en este caso es especialmente elevado por el mal estado en el que se encuentran las carreteras.

Las dos opciones que les presentó la Administración tras deestimar sus alegaciones "no son aceptables". Una es contabilizar el viaje doble, con lo que aún no cubre los gastos, y la otra es escolarizar a Pedro y Antón en Luarca, tomando el autobús en Belén de la Montaña. "Tendríamos que seguir llevándolos hasta el punto de recogida, y supondría un problema para los niños, que cambiarían de colegio acabando el curso. Además, supondría el cierre de Concernoso", argumenta David Martín.

En estos casi dos meses de protesta, la familia ha recibido un gran apoyo en la sociedad en su lucha por lo que consideran su derecho. De su lado se han puesto, desde el primer momento, los padres y madres del centro, y los de otra decena de centros del occidente asturiano, preocupados por el recorte de recursos en el medio rural. Ana García destaca a Noelia Pérez, presidenta de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) de Villayón, "que ha trabajado mucho con nosotros". Pero también los vecinos, de forma espontánea, les envían muestras de cariño. "El otro día, en Luarca, una señora vino y me dio un abrazo", apunta García. También entidades como el club de baloncesto de Navia, con el que entrenan los pequeños, han compartido su preocupación. "Queremos agradecer todo este apoyo", dicen los padres.

Mientras tanto, en Concernoso, donde se encuentra la escuela perteneciente al colegio de Villayón al que acudían los niños de Buseco, se les echa mucho de menos. "Siempre me están preguntando cuándo volverán Pedro y Antón", explica la tutora, Lucía Pérez, que ahora dice que es "imposible" realizar dinámicas de grupo con sólo tres alumnos. Todos desean una pronta solución.

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