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Ante la celebración del Día del Libro

El trato personalizado, punto fuerte de las bibliotecas rurales

Los bibliotecarios aseguran que los usuarios crecen, prefieren el formato en papel y valoran la cercanía; al mismo tiempo, lamentan la reducción del número de nuevos fondos que llegan al año

Los bibliotecarios del medio rural tienen que luchar mucho por sacar adelante sus centros, pero a cambio disfrutan más con su trabajo, se implican más, tienen un contacto más personal con los usuarios y cada nuevo lector que ganan es como un triunfo particular.

Ante la celebración, mañana, del Día del Libro, LA NUEVA ESPAÑA ha hablado con alguno de los numerosos bibliotecarios del Occidente. En líneas generales, todos constatan la buena salud del libro y, por abrumadora mayoría, el de papel.

Por contra de lo que se pueda pensar la lectura vive un momento dulce. Cada vez se lee más. Por poner un ejemplo, en Castropol sólo el año pasado se retiraron en préstamo 4.014 documentos de la biblioteca, que suma más de 2.000 usuarios de los que casi 700 son activos. Los bibliotecarios de los pueblos y localidades pequeñas defienden, además, que nada tienen que envidiar a los de las ciudades: ofrecen un servicio igual o mejor, al ser más cercano y personalizado, lo que permite conocer sus gustos y aconsejar mejor.

Los niños son los principales destinatarios de las muchas actividades que se organizan en las bibliotecas, en gran parte de los casos, centros neurálgicos de la actividad cultural en sus concejos.

Una de las espinitas que tienen clavadas los bibliotecarios del medio rural es que la reducción progresiva del número de libros que les llegan nuevos cada año, algo que en sitios como en Puerto de Vega han subsanado, en parte, gracias a donaciones de personas. También está de moda el préstamo interbibliotecario: si en un lado no hay un libro se pide a otro.

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