La tranquilidad reina en Santa Eulalia, a pesar de su ubicación próxima a la carretera AS-216, que une Tineo con La Espina, y al polígono de La Curiscada. Todo está cerca, incluso se podría decir que pegado al pueblo; sin embargo, una vez que se comienza a caminar entre sus calles, los alrededores se olvidan y la belleza de sus casas, algunas de ellas con cierta antigüedad, y de una fuente con lavadero bien conservada transportan al visitante lejos del ajetreo de la carretera y del polígono industrial.
Estas cualidades han hecho que a lo largo de los años a Santa Eulalia hayan ido llegando nuevos vecinos de otros pueblos más alejados o del propio Tineo, para ocupar casas en venta o construir las suyas propias. Los últimos en llegar fueron Conchi Díez y Ángel Alcaide con sus hijos pequeños. Llevan dos años y aseguran que no pudieron haber elegido mejor: "es una maravilla de pueblo y, sobre todo, hay muy buenos vecinos", dice Conchi Díez.
La visión de Argentina Fernández, vecina nacida en el pueblo, no es tan positiva como la de sus nuevos convecinos. Ella vivió los años en los que funcionaba la escuela y el pueblo era un alboroto de gente y de juventud. "Ahora no queda juventud y es difícil encontrarse con gente por las calles", lamenta.
La ganadería fue siempre el principal sustento del pueblo, con una buena extensión de terreno, pero ahora sólo quedan activas cuatro ganaderías, dos de ellas con una actividad importante.
El Camino de Santiago también pasa por las proximidades del pueblo, aunque no repercute en él de ninguna manera más allá de dejar un buen puñado de anécdotas de los peregrinos. "Los que vienen de fuera muchas veces nos piden probar la leche para ver cómo sabe la de verdad", comenta Argentina Fernández.
Para mantener el pueblo vivo, a los vecinos les gustaría que se acondicionase la escuela como centro social y que se crease un área recreativa en el campo de Escaladina, que creen que tendría mucho éxito en el verano.
