La iglesia parroquial de San Martín de Luiña (Cudillero) recibió ayer con un silencio solemne los restos mortales de Marcos Arango, de 38 años y natural de Salamir, que falleció en accidente con su moto. Vecinos, compañeros de trabajo y amigos arroparon a la familia en tan duros momentos. Muchos de ellos aún no se creían lo sucedido. "Marcos comienza ahora la verdadera vida, la vida feliz de verdad", señaló el párroco, que trató de insuflar ánimo y esperanza. "El pueblo le recordará y le tendrá para siempre presente. "Marquinos", como le llamaban en Salamir, deja esposa y una hija pequeña, informa G. G.