Más de un centenar de vecinos de los concejos de Salas y Pravia se dieron cita en la localidad de Bustiello, en el límite de los dos concejos hermanos, para asistir a la inauguración de las obras de restauración de la ermita de San Isidro. La pequeña capilla, propiedad de Fernando Inclán, se encontraba en un ruinoso estado de conservación, por lo que dos vecinos, Arnaldo Abello (de la localidad praviana de Las Piñeras) e Isaac del Campo (de Mallecina, Salas), decidieron acometer la recuperación del edificio con la ayuda popular de los vecinos de los pueblos cercanos. La iniciativa fructificó.

Para su propósito también contaron con la colaboración del sacerdote Jorge Fernández Cuesta, de la parroquia de Cordovero (Pravia), quien repartió entre los feligreses una hoja informativa en la que se reflejaban las aportaciones de cada vecino. Del total recaudado, 2.240 euros, el dinero gastado fueron 1.887 euros, quedando un saldo a favor de 353 euros.

Durante la festividad del patrono de los labradores se celebró una misa a la una de la tarde, a modo de pequeña inauguración, a la que acudieron devotos de las localidades de Las Piñeras, Villamondriz, Cordovero, Vegafriosa, La Castañal, Mallecina, Malleza y Linares. También estuvo presente en el acto el alcalde de Pravia, el socialista David Álvarez. En su breve pero emotiva homilía Jorge Fernández agradeció a todos los presentes su colaboración "para hacer posible que casi 30 años después hoy podamos volver a celebrar misa en este santuario".

Asimismo, Fernández se refirió al despoblamiento del medio rural: "Tenemos que seguir pegados a los pocos vecinos que aún quedan en los pueblos, pues gracias a ellos estos todavía quedan vivos". El sacerdote concluyó animando a los presentes a seguir adelante en la idea de poder "volver a recuperar en parte esta entrañable fiesta, en un paraje tan emblemático".

Espicha

Una vez concluida la ceremonia religiosa, los vecinos de ambos concejos, hermanados por unas horas por el Patrono San Isidro, cambiaban impresiones sobre la posibilidad de que, en años venideros y dada la buena acogida que la recuperación de la fiesta ha tenido, se celebre una pequeña espicha popular bajo los robles centenarios que se levantan en las inmediaciones del santuario.