Navia vivió este fin de semana unas auténticas olimpiadas, en las cuales lo que lo que primaba, por encima de los resultados y de la competición, eran el buen ambiente, la convivencia y la amistad. Se trata de las "Olimpiacoll", un encuentro promovido para los alumnos de la Fundación Educativa Francisco Coll, dentro de la que se encuentra el colegio Santo Domingo de Navia. En esta sexta edición de la iniciativa, segunda en el colegio del Occidente, el centro naviego actuó como anfitrión, organizando una jornada que los promotores califican como "altamente satisfactoria".

Un total de 350 alumnos llegados de los colegios de Oviedo, Gijón, Sama y Ribadesella, además de los locales, pudieron participar en las distintas actividades deportivas, entre las que se encontraban el hockey, el fútbol sala y el fútbol, tanto en su versión siete como once. "Se realizó un programa pensado para que pudiesen participar todos, con partidos cortos en las diversas categorías, primando el disfrute por encima de todo", apunta Julio Cueto, profesor del colegio Santo Domingo y uno de los organizadores.

Los pequeños deportistas se repartieron por las instalaciones del colegio, el campo de fútbol de La Granja, el polideportivo municipal, el campo de entrenamiento del equipo de fútbol de Navia y las pistas de El Pardo. Siempre bajo la supervisión de un monitor, los escolares compartieron espacio de juegos, intercambiaron experiencias y entablaron nuevas amistades, sin que se registrase incidencia alguna.

En estas olimpiadas particulares pudieron tomar parte alumnos comprendidos entre tercer curso de Primaria y cuarto de Secundaria. "Además, han venido 125 profesores y colaboradores, contando, además, con árbitros y acompañantes", explica Cueto, que reseña una novedad: una visita guiada por el espacio protegido de la playa de Barayo, que resultó "espectacular, tanto por las explicaciones del guía como por el entorno y el clima". La caminata atrajo la atención de medio centenar de senderistas. También se realizó una visita al museo Juan Pérez Villamil de Puerto de Vega, donde se exponen las costumbres y las tradiciones de la comarca.

Todo terminó a las dos de la tarde con una comida de hermandad, en la que sumaron esfuerzos tanto el personal del colegio como los padres y madres de los alumnos del centro. "Puede decirse que fue un día altamente satisfactorio: los críos marcharon contentos, y no llovió. Terminamos todos encantados, aunque con mucho cansancio después del laborioso trabajo", concluye Julio Cueto.