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Tineo pueblo a pueblo

Santiago de Cerredo guarda en sus montes la memoria de un pasado aurífero

La localidad tinetense está fuera de la ruta jacobea a pesar de su nombre

José Pérez y José Luis Álvarez, en un prado de Santiago de Cerredo recogiendo verde. D. ÁLVAREZ

Los restos de la presa conocida como La Antigua que aún se pueden ver en algunos enclaves cercanos al pueblo de Santiago de Cerredo rememoran el pasado aurífero de la zona. Los vecinos recuerdan haber oído hablar a sus mayores de cuando en pozos repartidos por sus terrenos se lavaba el oro que se extraía de la zona y en tiempos más recientes han visto pasar por su localidad a empresas interesadas en la extracción del mineral, para lo que llegaron a realizar prospecciones en los suelos con el objeto de investigar la cantidad del preciado metal que esconden esos montes.

Los vecinos aseguran desconocer lo que puede haber en el interior de su tierra y afirman no haberse encontrado nunca con una veta de oro en este pueblo donde el principal medio de vida fue siempre la ganadería orientada a la producción de leche.

En la actualidad sobreviven dos explotaciones lácteas, una con 50 cabezas de ganado y otra con 230, que regentan dos jóvenes hermanos. "Siempre nos gustaron las vacas y siempre trabajamos de ello, en los últimos tiempos fuimos aumentando la cantidad de animales porque al estar bajo el precio de la leche buscamos producir más para, al final, seguir ganando lo mismo que hace diez años", explica Diego Fernández. También ve complicado el sector el vecino y ganadero José Pérez, quien asegura que "hubo años en los que se sacaba dinero de la ganadería, pero hoy sólo da para ir viviendo si no hay inversiones que afrontar".

A pesar de que el pueblo lleva el nombre del apóstol Santiago y de que cuenta con una iglesia en su honor, la ruta jacobea no llega a atravesar la localidad, sino que se queda a unos 500 metros. Eso ha hecho que en el pueblo no perdurase abierto un bar tienda que cerró hace cinco años y que servía como punto de encuentro de los lugareños, actualmente limitados a una veintena, repartidos por ocho casas.

Una característica más de Santiago de Cerredo es que su posición hace que el viento sople con fuerza, lo que ha provocado que en las proximidades de las casas se puedan ver tejos plantados para combatirlo. Llaman especialmente la atención tres de ellos que suman, al menos, 500 años de historia, según los vecinos.

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