La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tineo pueblo a pueblo

Sorriba presume de pasado

La localidad, lugar de nacimiento del conde de Campomanes, pide más promoción para el museo en su recuerdo

Ofelia Álvarez, Luisa Arias, Elvira García, Roberto Fernández, Jairo Fernández y Francisco García, ayer, ante la iglesia del pueblo. D. ÁLVAREZ

El título de ser el pueblo del conde de Campomanes es una de las cosas que más enorgullece a los vecinos de Sorriba, una localidad tinetense situada en la frontera con el concejo de Cangas del Narcea que suma una treintena de habitantes repartidos en una docena de casas, aunque tiempo atrás eran 25 las familias que vivían allí de forma permanente.

Cuentan los vecinos de su paisano conde que provenía de una familia humilde "y trabajaba cuidando el ganado de los vecinos, pero ya se veía en él que era muy inteligente", explica Francisco García. Según su biografía, Pedro Rodríguez de Campomanes dejó el pueblo a edad temprana, tras la muerte de su padre, ya que su madre se lo entregó a un tío canónigo de la colegiata de Santillana del Mar, donde comenzaría una formación que continuó en Oviedo y Sevilla estudiando derecho. El futuro le depararía el ministerio de Hacienda con Carlos III y otros importantes cargos a lo largo de su vida.

En el pueblo se pueden ver las ruinas de una casa palacio del siglo XVIII que no se deben confundir con el lugar de nacimiento del conde, aunque perteneció a su familia, puesto que fue construida por su sobrino Vicente Peláez de Llano. Referente al conde de Campomanes, en la localidad hay un museo biográfico en el interior de la antigua escuela, pero en la actualidad los vecinos no cuentan con ninguna copia de la llave para poder mostrarlo. "La historia de Campomanes es la joya que tenemos en Sorriba y la gente llega al pueblo para ver el museo y saber más", apunta Ofelia Álvarez. No obstante, los vecinos consideran que se debería publicitar más y colocar más indicaciones a lo largo de la carretera.

La mina, por su proximidad, fue la principal fuente de ingresos, relegando la ganadería a un segundo lugar. Aunque tiempo atrás las tierras de la localidad también fueron grandes productoras de viñedos, de los que ya no se conserva nada. En las proximidades de la iglesia parroquial llegaron incluso a instalarse un par de bares que fueron desapareciendo hace más de una década. "Cuando llegué al pueblo había muchísima gente, era grandísimo y ahora quedamos muy pocos", lamenta Elvira García, que se trasladó a vivir a Sorriba después de casarse con 20 años.

Los lugareños mantienen en buen estado de conservación la iglesia, cuya parte exterior quieren reformar ahora, y pegada a ella celebran las fiestas patronales del pueblo en honor a la Virgen del Carmen, que tienen lugar el último fin de semana de agosto.

Compartir el artículo

stats