Una foto en blanco y negro muestra un Boal hasta arriba de gente, principalmente de mujeres que, ataviadas con largos vestidos, pasean con cestas en una mano y paraguas para protegerse del sol en la otra. Es una estampa de principios del siglo pasado, una fotografía que ayer se expuso en el Domingo de Mercado de Boal, La iniciativa persigue revivir el bullicio que se dejaba sentir en la localidad en estas citas semanales.

"Los domingos, después de misa, las mujeres de los pueblos traían los productos de la tierra para vender. Había muchísima gente", recuerda Pilar González, una de las vecinas que se ha sumado a la representación de la época. En la undécima edición del mercado, Castropol y sus ostras fueron invitados en el concejo boalés, que disfrutó de una soleada jornada haciendo memoria de sus tradiciones.

Cuenta González que de cuando apenas era una niña le quedan recuerdos de los ajetreados domingos en Boal, que por aquel entonces tenía una población que triplicaba a la actual. "Las calles se llenaban de gente. Venían a misa, y después hacían la compra en los diferentes puestos del mercado". Hasta allí viajaban, con la cosecha de la huerta, las mujeres de todos los pueblos del entorno. "Siempre eran productos de temporada: frutas, verduras, cebollín, los pitos, los huevos, y todo ecológico y de una muy buena calidad", explica.

Los domingos de mercado los burros acudían a la capital del concejo con las alforjas llenas de producto, que después se ponía a la venta en la calle principal del pueblo. Recreando aquella costumbre, y por la misma avenida, ayer se distribuyeron numerosos puestos de artesanía y agroalimentación. Además, varios artesanos, como cesteiros o trabajadores del cuero, mostraron su labor a los visitantes. También se levantó un varal de hierba seca, de los que tan pocos se ven ya en los campos asturianos, y se realizaron talleres de chapas para niños, demostraciones de deporte tradicional, una recuperación de los bailes de antaño y carreras de caballos.

El concejo invitado en esta ocasión fue Castropol, un municipio con el que Boal "comparte amistad, lazos de unión y dos carreteras interiores", aseguró el alcalde anfitrión, José Antonio Barrientos, que aprovechó la ocasión para pedir que se mejore el estado de esas dos vías, "para que sigan teniendo un carácter vertebrador".

Las ostras del Eo, un manjar que Castropol mima como la joya gastronómica que es, fue el producto estrella que el municipio regido por José Ángel Pérez llevó hasta el mercado. "Boal y Castropol tienen mucho en común, y nos hemos centrado en lo que nos diferencia: el mar. Traemos ostras e información con todas las actividades que se pueden realizar en la ría y en la playa", afirmó Pérez.