El Principado acaba de denegar el permiso a la empresa Osmowatio para instalar una central eléctrica experimental en la desembocadura del río Esva, en las cercanías de la localidad valdesana de Canero. La decisión ha sido tomada después de que el proyecto no haya superado la declaración de impacto ambiental. Se acaba de esta manera la vía administrativa para una planta que pretendía generar energía eléctrica a través de ósmosis directa, entre el agua dulce del río y el agua salada del mar.

La minicentral estaba pensada para trabajar con un caudal de mil litros por segundo. El principio de funcionamiento se basaba en el paso del agua dulce, captada del Esva, a través de una membrana semipermeable, y su mezcla con el agua salada. En este punto, se produciría un incremento de presión en el lado del agua del mar, que lograría mover las turbinas de generación de energía eléctrica. El proyecto incluía un edificio principal, donde se instalarían las turbinas, y las correspondientes captaciones.

La planta contó, desde el primer momento, con una fuerte oposición social. No en vano, durante el período de alegaciones se llegaron a presentar más de 3.800 firmas solicitando la retirada del proyecto, al considerar que presentaba importantes impactos negativos desde los puntos de vista socio-económico y ambiental. También alegaron contra la planta diversas asociaciones de vecinos del entorno, clubes de pesca y asociaciones de hosteleros.

Además, el Ayuntamiento de Valdés informó desfavorablemente en el proceso de tramitación del proyecto, al considerar que no se ajustaba a las normas urbanísticas, y señaló que era "inviable" la tramitación de una modificación parcial del planeamiento o de un pan especial para dar cabida a la minicentral.

Pero el golpe que derribó finalmente este proyecto experimental fue la declaración negativa de impacto ambiental que se dio a conocer el pasado mes de mayo, y que estimó que la construcción de la planta podría generar daños severos en los hábitats de interés, en especial en la vegetación de ribera del río Esva.

Según se señala en el documento, "en más de 2,5 kilómetros, la vegetación y el propio cauce del Esva se verían afectados en diverso grado", incluso podrían ser destruidos. Añadía que "los efectos paisajísticos no serían muy fuertes, aunque tampoco nulos", y ve probable que se produzcan vertidos a la hora de proceder a la limpieza periódica de las membranas.