Un año normal, ni excepcional como 2013 ni escaso como 2014. Así estima el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) del Vino de Cangas que será la vendimia de este año. Una cosecha que comenzará previsiblemente a principios de octubre y de la que esperan obtener alrededor de 120.000 kilos de uva, que embotellarán las cinco bodegas acogidas en el ente. "Todo hace indicar que será un año normal, aunque si hay aumento de temperaturas a lo largo de septiembre podrían adelantar el ciclo", explica Juan Manuel Redondo, enólogo y presidente del Consejo Regulador.

A finales de septiembre, Ibias iniciará la cosecha de las uvas para elaborar los caldos de Cangas debido a sus condiciones climáticas, que favorecen la maduración de la uva antes que en otros territorios de la DOP. Después, comenzarán a recoger las variedades más tempranas, como el albarín blanco y el verdejo negro, que son viñedos de ciclo más corto. Y a finales de octubre recogerán los carrasquines.

Redondo avanza que la producción no será uniforme en esta cosecha debido a las granizadas del pasado mes de junio, que afectaron a algunos de los viñedos. "No afectó mucho, pero sí que se notaron incidencias en algunas partes de los viñedos", precisa. También las heladas que se registraron en la pasada primavera, en pleno ciclo vegetativo de las viñas, afectaron a la producción.

Durante el crecimiento de los viñedos este año, las cepas también sufrieron mildiu, un hongo que daña las hojas, pero que ha tenido muy poca incidencia debido a los tratamientos fitosanitarios con los que atajó el problema.

Los viñedos de Cangas también sufrieron la sequía general en el campo de este verano. Las cepas se encuentran en terrenos pedregosos y las viñas más viejas sufren la falta de agua, aunque sus profundas raíces también favorecen que el impacto de la falta de lluvias no sea letal. La sequía hizo que los granos de las uvas se resistieran a crecer, aunque las lloviznas de agosto y septiembre han ayudado a que aumentasen de volumen. "El agua va a ser la clave para completar el ciclo", señala Redondo.

Los técnicos del Consejo Regulador revisan con ahínco finca por finca para evitar males mayores en las cepas y controlar que el proceso vegetativo de las viñas se desarrolle sin problemas. Un trabajo que en el mes de septiembre se intensifica de cara al inicio de la vendimia. Para ello miden la acidez total, el grado de alcohol probable, el PH y "si hay tiempo, analizamos cien gramos de uva", detalla.

Un trabajo importante en viñedo, pero también en bodega, mediante nuevos métodos y materiales que mejoran los rendimientos de las cepas de la DOP y, por lo tanto, aumentan la calidad de los caldos de Cangas. Una mejoría que se repite cosecha tras cosecha desde que hace dieciséis años iniciasen la protección de los vinos de Cangas bajo el amparo de la DOP. Un intenso trabajo en producción que ahora da sus frutos: "Esa fama de vinos malos desapareció, los vinos de Cangas pueden estar en cualquier mesa o en cualquier concurso", asegura Redondo.

La zona vitícola suroccidental se caracteriza por ser pequeña y con fincas de difícil acceso, que obligan a realizar la vendimia de manera tradicional, sin la intervención de maquinaria. Además, los vinos de Cangas cuentan con variedades únicas, de la zona, que están perfectamente adaptadas al clima y al suelo.

Y es que desde la fundación del monasterio de San Juan Bautista de Corias en el siglo XI, los viñedos que había por la zona desde el siglo IX comenzaron a multiplicarse. Una tradición de siglos que llegó casi asfixiada a los años noventa del pasado siglo, que casi suponen la desaparición de los vinos de Cangas. Si bien, el esfuerzo de los bodegueros y productores y la suma de fuerzas a través de la DOP han conseguido que los caldos de la comarca sean un referente de la gastronomía asturiana.