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San Facundo, el paraíso del jubilado

Sólo hay una persona activa, al frente de una ganadería, y de las once casas antaño habitadas hoy apenas lo está la mitad

Los vecinos de San Facundo, en Tineo, presumen de vivir en un pueblo "señorito" aunque aseguran que de poco le ha servido, ya que el paso del tiempo se ha ido llevando a la población de la localidad hasta el punto de que tan sólo una persona se mantiene en activo laboralmente, frente a una mayoría de prejubilados y jubilados.

El término de "señorito" lo acuña el vecino Eduardo González, que asevera que San Facundo siempre fue un buen pueblo "porque está situado en el medio y tiene todo cerca, a su alrededor" y recalca que aún ha mejorado más "con la llegada hace tres años de la concentración parcelaria". No obstante, González echa la vista atrás y recuerda que "éramos 11 casas habitadas y ahora quedan seis" y declara con rotundidad que "el gobierno debería tomar medidas rebajando los impuestos porque hace tiempo que el precio de la carne y la leche no guarda relación con el coste de carburantes o de la electricidad".

Medidas también reclama Tino Fernández porque "nos tienen abandonados y el Occidente está predestinado a desaparecer". Su esposa, Leticia Guzmán, es la única ganadera en activo en el pueblo con unas 60 reses, cuando hace unos años "todas las casas tenían ganadería y gente joven, que al final tuvo que marchar y ahora ya no volverán", subraya Fernández.

No obstante, hay unos días al año en los que el pueblo recobra habitantes y jovialidad. Es en la celebración de las fiestas del Carmen a las que siguen vinculados muchos de los vecinos que tuvieron que ir dejando el pueblo. "La fiesta es algo que nunca se dejó de hacer y ahora es muy buena y muestra el apego que la gente tiene a a esto", apunta Araceli Díaz.

En la localidad tinetense, principalmente ganadera durante toda su historia, también hubo espacio para la artesanía de la mano de Antonio Villar, que se encargaba de elaborar navajas, cuchillos, puñales de forma artesanal en la pequeña fragua situada al lado de su casa.

Gente de diferentes puntos del país acudían a su pequeño taller para hacerse con una de sus navajas hechas sin la ayuda de ninguna máquina, tan solo con la destreza de sus manos. Vinculado a la fragua desde niño por tradición familiar, Villar, ya nonagenario, continúa haciendo visitas a su pequeño taller "aunque ya solo por entretenimiento", reconoce. San Facundo, situado al pie de la carretera As-217 que une Tineo con Pola de Allande, contó durante muchos años con un bar que cerró hace más de una década y que los vecinos echan de menos como punto de encuentro o para jugar partidas de cartas.

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