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José Luis Blanco: "Me he sentido muy querido y apoyado por los vecinos"

El sargento primero del puesto de la Guardia Civil de Grandas de Salime recibe hoy un homenaje por su retiro tras cuatro décadas de servicio

José Luis Blanco, delante del puesto de la Guardia Civil en Grandas de Salime. G. GARCÍA

Una montaña de cajas se agolpa en el salón de una de las viviendas de la casa cuartel de la Guardia Civil de Grandas de Salime. José Luis Blanco, sargento primero y máximo responsable del puesto, se disculpa: "Estamos en plena labor de mudanza". El próximo martes pasará a la situación de reserva y pondrá fin a una carrera de cuarenta años como integrante de la Benemérita. "Mi padre, que, al igual que yo, era guardia civil, también se retiró en Grandas de Salime", apunta Blanco como curiosidad familiar. Tras cumplir un ciclo de cinco años en el alto Navia, el sargento primero asegura que lo mejor que se lleva es "la amabilidad y la colaboración" de todos los vecinos. Hoy, compañeros, autoridades y vecinos le brindan una gran fiesta de despedida para agradecer todo su trabajo.

José Luis Blanco, a pesar de ser natural del concejo de Aller, pasó parte de su infancia en Grandas de Salime, cuando su padre estaba destinado en este cuartel. Con apenas veinte años, en 1976, entró en el cuerpo, desempeñando su labor en los puestos de Boal y San Antolín de Ibias, antes de comenzar su periplo por tierras lucenses. Así, fue destinado sucesivamente a Quiroga, San Cosme de Barreiros, Foz (donde logró el ascenso a sargento) y Xove. El último paso de su carrera fue regresar al concejo grandalés, por varios motivos: "Además de que conocía la zona, y me encantaba, me vine aquí porque llevo treinta y seis años casado con una grandalesa", afirma, por lo que reconoce haberse sentido en esta comarca "como en mi casa". "Aunque no nací en Grandas de Salime, sí me considero grandalés de adopción", apostilla.

En el alto Navia, José Luis Blanco ha estado al frente del puesto que cubre tanto el concejo de Grandas de Salime como el de Pesoz. "Tras pasar por otros puestos, sobre todo en la costa lucense, con mayor problemática y una población muy superior, este trabajo es muy diferente", explica. Además de contar con apenas un millar de vecinos, se trata de una comarca con unos índices de delincuencia muy bajos.

"Aquí tienes un contacto mucho más cercano con la gente, y eso se traduce en que la conflictividad es muy pequeña", señala. La razón es que los vecinos colaboran estrechamente con las fuerzas de seguridad. "Nos comunican todo lo que ven que se salga de la normalidad, hay mucha confianza, y eso nos ayuda mucho en nuestro trabajo", manifiesta el sargento primero.

También es muy estrecha la colaboración con el agente de Policía Local de Grandas, así como con los dos alcaldes. "Estos años me sentí muy bien tratado, muy querido, y sumamente agradecido a la gente de Grandas y de Pesoz", dice Blanco.

Aunque reconoce haber tenido momentos duros, como en el resto de destinos, asevera que esos se van olvidando poco a poco y que son los buenos los que perduran en el recuerdo. "Como ese momento en el que, después de prestar un servicio a alguien, de ayudarle, de solventar una situación difícil, te lo viene a agradecer. Esa mirada, la expresión de afecto y agradecimiento, te compensa con mucho los malos momentos que se pasan", reflexiona.

Blanco también le da un gran valor al acto de hoy, algo que, confiesa, nunca había esperado: "Uno trata de hacer su trabajo lo mejor posible, con la mayor dedicación posible. No contaba con este homenaje".

Sin duda, será una buena forma de dar por finalizada una trayectoria de servicio a la ciudadanía. "Por un lado, es difícil dejarlo, después de cuarenta años haciendo esto, y habiendo entrado aún siendo un chaval. Por otro, voy a tener todo el tiempo del mundo para vivir la vida, y dedicárselo a mi familia", incide el mando del Instituto armado, que agradece a los vecinos y compañeros el haber hecho su trabajo "mucho más fácil".

Los vínculos familiares harán que se siga dejando ver por la zona. "Esto es un paraíso, un remanso de paz. Hay que apreciarlo", remata Blanco.

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