La compañía canadiense Astur Gold no desiste de explotar el oro de Tapia, pese a que el Principado ha tumbado en dos ocasiones sus pretensiones para explotar el que está considerado uno de los yacimientos sin explotar más grandes de Europa. Seis años después, la firma retoma su plan con nuevos equipo y financiación.

La firma desembarcó en Tapia en 2010, tomando el testigo a Río Narcea, que en 2005 trató sin éxito de abrir una mina a cielo abierto en los lagos de Silva. Astur Gold logró vencer la férrea oposición de los tapiegos al plan minero y consiguió que una parte de la población apoyara sus pretensiones. El concejo vivió unos años de fuerte tensión y enfrentamientos entre los defensores -se llegó a crear una plataforma en apoyo de la mina que lleva meses inactiva- y los detractores del plan minero, desde el principio agrupados bajo la plataforma Oro No, que continúa trabajando para frenar la mina.

En 2012 el Principado aprobó parcialmente el proyecto, autorizando la galería subterránea pero no la planta de tratamiento, que incluía procesos con cianuro. Astur Gold presentó un modificado eliminando el cianuro y apostando por tratar el mineral solo hasta la flotación. También se redujo y mejoró el depósito de estériles. Con todo, su plan no superó la evaluación de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), que alertó de daños al sistema hídrico. En diciembre de 2014 el Principado denegó por segunda vez su proyecto y Astur Gold cerró su oficina de Tapia y enmudeció. Ahora retoma su proyecto.