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Tineo pueblo a pueblo

San Martín revive los fines de semana

La localidad, con los caminos arreglados tras la concentración parcelaria, mantiene la tradición de celebrar la fiesta del Rosario en octubre

Valentín Pérez, en su tractor. D. ÁLVAREZ

San Martín de Semproniana, de Tineo, está deseando que lleguen los fines de semana para escuchar en sus calles las risas y juegos infantiles de algunos de los niños que, aunque no viven en el pueblo durante toda la semana, suelen visitar a sus abuelos llenando de vida los rincones de la localidad por unos días. El resto del tiempo, en San Martín es difícil encontrarse con alguien: tan solo quedan una docena de vecinos que se reparten en seis casas escondidas entre otras tantas cerradas y casi abandonadas desde hace años.

"Desde hace varios años, cuando los jóvenes se marcharon, el pueblo empezó a ir a menos, pero yo recuerdo que cuando era joven éramos más de 60 personas, te encontrabas con gente por todos lados y había ruido. Ahora el pueblo está demasiado tranquilo", apunta Valentín Pérez. Él todavía tiene junto a su mujer una ganadería de vacas de leche, profesión a la que se dedicaban prácticamente todos los vecinos del pueblo. Ahora solo queda la suya y un par de vecinos tienen un número reducido de vacas de producción de carne.

A pesar de que son pocos en el pueblo, no se ha perdido la tradición de celebrar la fiesta patronal en honor a la Virgen del Rosario. Será el sábado uno de octubre, cuando, como es costumbre, las casas del pueblo invitarán a sus familiares y amigos a una comida, precedida de la misa en la iglesia y a la que sigue una pequeña verbena. "Los jóvenes, aunque no estén aquí todos los días, son los que la organizan para que no se pierda", subraya Pérez.

Su vecina María del Pilar Martínez también aboga por que se mantengan las tradiciones y continúa amasando pan en casa en su antiguo horno de leña, además de cultivar maíz que luego torra y muele para elaborar la harina para hacer las típicas papas de maíz que se comían en todas las casas. "Cuando amaso suelo invitar a los vecinos y también a algunos del pueblo de abajo, Magarín, para comer una empanada y jugar a las cartas", explica Martínez. Una manera de evocar los filandones y las reuniones que se celebraban en el bar que hubo en el pueblo.

En San Martín de Semproniana no tienen peticiones especiales para el pueblo. Hace unos años que se hizo la concentración parcelaria y con ella se arreglaron sus caminos, que se conservan en buen estado y con los que los vecinos se muestran contentos. Pero sí tienen un deseo: "Que la gente no se hubiera marchado del pueblo, eso es lo que nos hacía falta".

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