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Tineo pueblo a pueblo

Los Semellones, unidos no sólo por el nombre

Los pueblos de Arriba y de Abajo mantienen abierta un aula con seis alumnos y cuentan con una ganadería de más de 200 reses

Por la izquierda, detrás, Claudio Bloch, Adrián Fernández y Leonardo Bloch; delante, Belén Agüera, Paula Fernández y Antonio del Riego. D. ÁLVAREZ

Los Semellones, en Tineo, da nombre a dos pueblos divididos por una línea imaginaria en Semellón de Arriba y Semellón de Abajo. Aunque los pueblos aún mantienen la nomenclatura divisoria para hacer referencia a una zona u otra, la verdad es que incluso las indicaciones viarias que llevan a estas localidades han decidido resumir y utilizar el nombre conjunto de Los Semellones.

Ambos núcleos suman un buen número de casas en las que viven casi medio centenar de personas de todas las edades, de modo que entre ellas se puede encontrar algo muy preciado en los pueblos: niños. Unos pequeños que tienen la suerte de contar con la escuela a un paso de sus casas, puesto que en Semellón de Arriba aún permanece abierta el aula de Los Semellones perteneciente al colegio rural agrupado Gera-Cuarto de los Valles, con seis alumnos, parte de Los Semellones y parte procedentes de otros pueblos próximos.

Un aula que los vecinos reconocen que da mucha vida al pueblo, puesto que a la hora del recreo se puede escuchar por toda la zona el griterío de los más pequeños jugando y, además, "ayuda a que los jóvenes puedan decidir quedarse a vivir aquí", apunta Palmira Álvarez.

La ganadería siempre fue la base de la zona, pero "la minería fue la que levantó estos pueblos", afirma Primitivo Piris. Jubilado de la mina, recuerda que mucha gente del pueblo y de las localidades vecinas trabajó en la mina de Pilotuerto y "fue lo que los mejoró, porque, si no llega a ser por el carbón, esto seguiría siendo pobre", asegura.

Hasta no hace muchos años, en Los Semellones se podía parar a tomar algo o comprar en sus dos bares-tienda. Uno lo llevaba la mujer de Primitivo Piris, quien recuerda que, cuando abrieron el establecimiento, "los mineros de todos los pueblos de la zona bajaban por aquí a la mina y paraban en nuestros locales. Luego la empresa puso autocares para empleados y la cosa cambió". El otro, lo regentaba Palmira Álvarez y cerró hace solo cuatro años al llegarle la hora de la jubilación. Cuenta que no es fácil mantener los locales en los pueblos abiertos "porque pagamos lo mismo que en otros lugares con más posibilidades, aunque por aquí siempre pasó un buen número de gente hacia la carretera de Cangas (AS-15), y cazadores, que lo echan de menos". También los vecinos echan en falta un punto de reunión y donde poder jugar una partida cuando cae la noche, sobre todo en el invierno.

La ganadería sigue presente en la vida del pueblo, con unas cinco explotaciones, aunque sobresale por la cantidad de animales, más de 200 cabezas, la que dirigen Antonio Fernández y Pilar Rodríguez. Confiesan que la llegada de la concentración parcelaria "nos vino muy bien, no solo por las fincas, sino por los accesos a ellas", aunque reclaman una mayor dedicación a su mantenimiento "porque están sin desbrozar y con numerosos baches".

Reconocen que en la zona "todavía hay vida y gente joven" y, en su caso, aún existe la posibilidad de relevo generacional con su hijo Rubén Fernández, un apasionado del ganado, si bien no ven perspectivas de futuro "con los precios a la baja y la falta de compradores", dice Fernández.

Los Semellones tampoco han perdido una de sus tradiciones más queridas: la fiesta de agosto, junto al pueblo de La Llama.

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