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La solidaridad asturiana viajó a Grecia

La asociación "Una chispa en Ritsona" llevó a los campos de refugiados más de 6.000 euros procedentes de donativos

Por la derecha, en segundo lugar, Laura Marcos, junto a Gonzalo Álvarez y Clara Sierra, y, en el centro, María Cueto, con un grupo de residentes en el campo de Ritsona. REPRODUCCIÓN DE D. ÁLVAREZ

La asociación "Una chispa en Ritsona", compuesta por los jóvenes asturianos Mónica Rodríguez, Laura Marcos, María Cueto, Clara Sierra y Gonzalo Álvarez, consiguió llevar en sus vacaciones solidarias una chispa de ayuda astur a los campos de refugiados griegos conocidos como Ritsona e Inófita. Además de su trabajo desinteresado, los voluntarios lograron recaudar en huchas colocadas en distintos puntos de Asturias, entre ellos Tineo y Cangas del Narcea, de donde son dos de las componentes del grupo, y a través de una cuenta bancaria, un total de 6.269 euros, que se invirtieron íntegramente en las necesidades de los residentes de los campos.

"Llegábamos con la idea de invertir en infraestructuras de los campos, pero las peticiones de voluntarios y residentes siguen siendo las de cubrir necesidades básicas", explica Mónica Rodríguez. Así, buena parte del dinero recaudado se destinó al proyecto de cocina que se desarrolla en el campo de Ritsona y que consiste en adquirir alimentos frescos, que los propios residentes cocinan siguiendo sus recetas tradicionales. "Nos pareció un proyecto interesante porque integra a las personas, y vimos que las aportaciones del Gobierno griego en alimentación no satisfacen a los residentes, les ofrecen comidas de catering que no siempre gustan".

El resto del dinero se invirtió en la compra de productos de higiene, ropa interior, calzado, avituallamiento básico para las familias para realizar la limpieza y menaje del hogar, como platos y vasos, de los que carecían.

Además de la aportación económica, los voluntarios ofrecieron su trabajo, que se repartió entre la atención a los menores en una guardería, la entrega de comida y utensilios entre los refugiados y la colocación de los almacenes de ropa y comida.

Los voluntarios también tuvieron tiempo de acercarse a las historias de los refugiados, la mayoría sirios, iraquíes, kurdos y afganos, quienes les transmitieron la falta de expectativas vitales que encuentran en la actualidad para ellos y sus hijos. "Nos encontramos con personas que tenían familia, trabajo, y que se tuvieron que marchar por la guerra y, en otros casos, por amenazas del fundamentalismo", explican los voluntarios, algunos de los cuales se plantean repetir la experiencia en cuanto puedan.

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