Miguel Méndez maneja con soltura una pequeña azada, con la que hace un agujero para plantar su primer árbol. Es un abedul. A sus cuatro años, está colaborando con la recuperación forestal de El Franco, el concejo más afectado por los graves incendios del pasado mes de diciembre. "Hay que excavar, poner la planta y echarle agua", explica Miguel, que tiene la lección bien aprendida. Como él, una veintena de voluntarios dejaron su verde huella sobre el terreno teñido de negro, al plantar unos doscientos árboles en la zona de La Braña, uno de los núcleos más castigados por el azote de las llamas.

La Casa Azul de Occidente impulsa esta actividad dentro del ciclo dedicado a los bosques. "Ha surgido aprovechando que esta semana contamos con la visita de Ignacio Abella, uno de los mayores expertos en el tema de los bosques. Plantaremos unos fresnos, laureles, abedules y robles donde antes había un eucaliptal", explica Manolo García Almozara, coordinador de esta salida.

Además de enterrar el plantón, los voluntarios pudieron bautizar y dejar constancia de su apadrinamiento del ejemplar en una pequeña etiqueta. "Hay que acompañar a los árboles en su crecimiento. Lógicamente, tienen enemigos en su vida, y los primeros serán otros árboles, como el eucalipto, o algunos animales. Van a tener que luchar, y ojalá duren más que nosotros, sería una buena señal", reflexiona Almozara.

A la cita no faltaron miembros del colectivo, pero tampoco vecinos preocupados por el devenir de sus montes. Silvia García, madre del pequeño Miguel Méndez, asegura que no olvidará lo que se vivió durante aquel gran incendio. "Aquellas horas fueron caóticas, no se sabía bien qué era lo que pasaba. Después se pudo comprobar lo cerca que el fuego estuvo de las casas, y lo que sufrió la gente ese día", señala. Con este recuerdo en mente, el objetivo de "recuperar el paisaje desolador que dejaron las llamas" la animó a participar junto a su hijo.

Una excavadora trabaja a una decena de metros de donde se plantan los nuevos árboles. Se encarga de retirar, poco a poco, los restos calcinados que dejaron las llamas. Porque en El Franco aún hay mucho trabajo por hacer. "Los árboles se tendrán que cortar casi todos. Hay muchos afectados. Después, el eucalipto regenerará con fuerza, aunque hay que ver en qué condiciones lo hace. Lo ideal sería hacer trabajos selvícolas, clareos, para dejar una densidad adecuada", apunta Juan Luis Álvarez, guarda forestal, que también se sumó a la actividad.

Para él, se trata de una iniciativa "maravillosa", sobre todo porque trata de recuperar especies autóctonas, que son más resistentes a los incendios. "Las frondosas hacen de parapeto, arden mucho menos. Crean una zona mucho más húmeda, no dejan pasar, la luz, y en el sotobosque no se genera el toxo", subraya.

Las pequeñas Luján Agundo y Candela Arriola se estrenan al plantar un árbol. Creen que es importante que "vuelvan a crecer los árboles donde los había y quemaron". Les han dado nombre, y prometen revisar "que todo les vaya bien" de vez en cuando.