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Sin noticias de Clemente Amago

La familia del exalcalde republicano de San Tirso represaliado en 1936 no se rinde y confía en acabar hallando sus restos

Clemente Amago. TANIA CASCUDO

Caía la tarde aquel 20 de septiembre de 1936 cuando se presentaron en su casa de Vilela de Baixo varios militares de Lugo acompañados de conocidos falangistas locales. Clemente Amago López-Villar trató de huir, pero lo capturaron cerca de su domicilio. Se sabe que fue torturado y que, después, lo subieron a una camioneta en dirección a Galicia. Ahí se le perdió la pista y, ochenta años después su familia sigue esperando justicia y respuestas.

Amago, labrador de profesión, nació en 1897. En 1922, con 25 años, emigró a Argentina, pero regresó cuatro años después y se afincó en San Tirso junto a su mujer, Regina Llenderrozos. Se afilió al Partido Socialista y se implicó en política, convirtiéndose en alcalde en marzo de 1936. Cuenta su familia que durante sus meses de gestión, entre marzo y julio, su gobierno se dedicó a crear infraestructuras y vías de comunicación, así como a mejorar los centros educativos.

El golpe de estado de julio paralizó su labor y su equipo fue destituido. Ahí empezó el calvario de Amago, al que la Guardia Civil fue a buscar a casa en varias ocasiones. Su amistad con un mando de Vegadeo retrasó su detención y también evitó que molestaran a los suyos. Al final, cuando tenía prevista la huída, según la opinión de su nieto, Pedro Amago, dieron con él aquel fatídico 20 de septiembre. La familia no volvió a tener noticias de Clemente, a excepción de una multa de 50 pesetas que les impusieron en 1941 por supuestas responsabilidades políticas.

A José Manuel Amago, que tenía 9 años en el 36, no le gusta recordar todo esto y tampoco está demasiado convencido del homenaje que un grupo de vecinos prepara para su padre y los otros cinco represaliados del concejo. Sus hijos tratan de hacerle comprender que este reconocimiento "es algo que hay que hacer", sobre todo, dice Pedro, "para que la gente sepa lo que pasó aquí, porque muchos aún no lo saben".

Pedro inició en los años noventa del siglo pasado, junto a su hermano Manuel, una investigación en busca de la huella de su abuelo y en abril de 2014 fueron de los primeros en sumarse a la llamada "querella Argentina", que busca que la justicia de este país investigue los crímenes cometidos durante la dictadura franquista. En todo este tiempo no hallaron ningún documento, ni un rastro de su paradero, aunque su hipótesis es que sus restos están en el cementerio de Villameá (Lugo), pues muchos represaliados fueron enterrados allí. Pedro suele frecuentar este lugar en busca de alguna pista y, aunque sabe que es difícil, no cejará en su empeño de dar con el abuelo: "No nos vamos a rendir, reclamamos lo que haya de él. Tiene que estar con los demás de la familia".

Para el nieto de Clemente, lo más importante es que no se olvide este período de la historia de España: "Esto debe hablarse y estudiarse en las escuelas porque pasó aquí. Ahora se dice que el Mediterráneo es una gran fosa por los refugiados que huyen de Siria, pero nosotros estamos pisando una fosa todos los días".

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