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La tonada crece en Cangas del Narcea

"Ahora ya actuamos más tranquilos", afirman Sergio Méndez, de 10 años, y Lucía Rodríguez, de 11, el futuro de la canción popular en el Suroccidente

Sergio Méndez y Lucía Rodríguez, en la escuela de tonada de Cangas del Narcea. D. ÁLVAREZ

Interpretar canción asturiana no es sencillo, requiere de una buena voz y capacidad pulmonar. Requisitos que no han asustado a Sergio Méndez, de 10 años, y a Lucía Rodríguez, de 11, para adentrarse en este mundo y asistir un par de viernes al mes a las clases que José Antonio González, "El Cantu la Vara", imparte en Cangas del Narcea. Llegar a ser intérprete de tonada no es una cosa que dependa de modas o de influencias televisivas o radiofónicas. En este caso, lo que más influye es la tradición familiar y el apego a las raíces.

Sergio Méndez es heredero de la pasión por el cante de su abuelo. Fue precisamente su abuelo quien lo descubrió y lo incorporó a la interpretación hace ya dos años. "Estaba cantando 'La línea trazada' por casa y me escuchó mi abuelo, que me preguntó si quería ir con él a clase a cantar. No hizo falta que me convenciera, me apunté rápido", recuerda Méndez, que ese día bajó con su abuelo a conocer a "El Cantu la Vara" y ahora acaba de iniciar el tercer curso en la escuela.

A Lucía Rodríguez quien la arrastró a la tonada fue su compañero Sergio Méndez. Ella ya estaba vinculada a la música, aprendiendo a tocar el acordeón, y un día fue a visitar a Sergio a su clase de canto. "El profesor me mandó cantar, pero yo tenía mucha vergüenza. Me propuso ensayar la canción 'Debaxu una panera' y volver el siguiente viernes; la practiqué, y bajé, y aquí sigo", rememora Lucía Rodríguez, que confiesa que al principio se escondía en un rincón del aula por la vergüenza, una timidez que hizo pensar a sus padres y profesor que abandonaría el reto. Sin embargo, ya lleva un curso y medio atendiendo a las clases de tonada.

El aprendizaje que han desarrollado en este tiempo ya les ha dado las tablas suficientes para asistir a varios concursos para cantar ante el público y someterse a las valoraciones de un jurado, consiguiendo muy buenas puntuaciones. Por ejemplo, el tercer puesto en el concurso de Gijón y el puesto de finalista en Mieres y Oviedo para Lucía Rodríguez. Sergio Méndez también rozó el podio en Mieres. Ambos coinciden en reconocer que al principio sentían nervios al acudir a cantar a los certámenes de tonada. "Pero ahora ya vamos más tranquilos", confiesan.

Habitualmente cantan por separado, aunque a veces también interpretan de forma conjunta canciones dialogadas, al estilo que popularizó el dúo "Pimpinela". Un espectáculo "muy bonito", reconoce el profesor, "pero que no tiene cabida aún en los concursos", lamenta. De todos modos, lo que más le gusta a los alumnos es poder demostrar lo que valen por separado y sueñan con poder seguir cantando en el futuro.

"El Cantu la Vara" reconoce el esfuerzo de sus aprendices más jóvenes y asegura que "hay que tener mucha afición porque la tonada es muy sacrificado y más para unos niños: hay que cuidarse mucho la voz, no comer helados, no tomar hielo ni beber bebidas frías". El profesor considera que las familias son el pilar fundamental para que los niños decidan aprender canción asturiana: "necesitan que los apoyen, porque a estas edades se cambia muy rápido de ideas y si no se sienten apoyados acaban dejándolo".

Ahora, la ilusión inmediata que tienen los dos aprendices es la grabación del disco que realizarán con su profesor. El 26 de octubre comenzarán a grabarlo y los dos cantarán con "El Cantu la Vara", además de dos niños alumnos de la escuela de Candás. "Hacer el disco es la ilusión más grande", confiesan los cangueses que se muestran expectantes ante la nueva experiencia y llenos de curiosidad por el resultado.

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