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Luarca profundiza en el calamar gigante

El Parque de la Vida hará la necropsia al ejemplar que varó en Estaca de Bares, uno de los pocos avistados aún con vida, que fue atacado por hembras de su especie

Luis Laria examina los restos del ejemplar varado en Estaca de Bares. JAVIER ONDICOL

Los calamares gigantes se conocen mundialmente por su impacto mediático, pero no por su comportamiento. El "kraken" de la novela de Julio Verne y el "peludín" de las historias marineras más modernas genera todavía muchas incógnitas y se estudia, para conocimiento mundial, desde el municipio de Valdés. En el Parque de la Vida, sito en La Mata y que gestiona el valdesano Luis Laria, se conserva el ejemplar que varó el 7 de octubre en Estaca de Bares, un raro caso de calamar gigante que se vio aún con vida.

Se trata de una hembra de 105 kilos y 8,5 metros de longitud que llegó a la costa con heridas "evidentes" de sufrir un ataque por parte de obras hembras de su misma especie, algo que se sabe por el diámetro de las ventosas. "Curiosamente, este tipo de ataques entre ejemplares de 'architeuthis' se documentaron por primera vez en Asturias en la playa de Merón, en Villaviciosa, en 2013", explica Laria.

Además, se cree que estos animales marinos son caníbales y que comen restos de individuos de su misma especie. Esta hipótesis se trabaja ahora desde Valdés por lo que ha arrojado la mera observación, durante dos horas y por parte de personal especialista, de la hembra de calamar muerta.

El calamar gigante que llegó a la costa coruñesa lo hizo con vida, tal vez arrastrado por las corrientes después de haber sido herido. Una pareja de León que caminaba por el paseo marítimo, Javier Ondicol y Salvi García, pudo retratarlo sobre las diez y media de la mañana de aquel viernes. Al ser avistados por el gran cefalópodo, "cambió de color", cuenta el hombre. Se puso rojo, "una señal evidente de que había visto al humano", explica Luis Laria. "Fue un espectáculo verlo", prosigue el testigo. "Estuvimos 45 minutos mirándolo; él nos miraba con el ojo que no tenía dañado y se movía, se ponía rojo, y trataba de mostrar los tentáculos", añade Javier Ondicol, que se ha convertido en una de las pocas personas del mundo en ver con vida un calamar gigante. Según Laria, sólo hay constancia de un hecho similar al ocurrido en Estaca de Bares en la bahía de Toyama, en Japón, en diciembre de 2014, localizado por varios pesqueros.

El ejemplar de Estaca de Bares murió en la costa. Allí fue recogido por miembros de la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos de Galicia (Cemma) y de la asturiana Coordinadora para el Estudio de las Especies Marinas (Cepesma), con base en Valdés. Ambas organizaciones colaboran desde hace tiempo para hacer frente a este tipo de varamientos, pero nunca hasta la fecha habían visto a un ejemplar con signos tan evidentes de haber sido atacado por otro, tan cerca de una playa y tan alcance de la vista de los humanos.

De Galicia el calamar gigante fue trasladado a Valdés, donde espera por una necropsia. Se hará cuando Luis Laria tenga disponibles los 6.000 euros que cuesta el material para conservarlo. Además de las huellas en forma de ventosa que tiene en el cuerpo, el animal marino también presenta un ojo dañado y un orificio de ocho centímetros en el manto que llegaba hasta la branquia.

No es extraño que estos grandes cetáceos aparezcan en las costas asturiana y gallega. Viven en la fosa de Hércules, en la vertical de La Coruña, donde Cepesma tiene localizados y estudia a tres.

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