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Otilia González, única en Froseira

La vecina, que vive sola en la aldea boalesa, y Luis Fernández, de Brañadesella, distinguidos como "vecinos ejemplares" por su lucha para mantener el campo

Luis Fernández, "vecino ejemplar" del concejo boalés. G. GARCÍA

"Paréceme que no lo merezco. Nunca hice nada para nadie, ni bien ni mal". Con la más franca humildad, Otilia González, la única vecina de la localidad boalesa de Froseira, se quita mérito. A sus 85 años, puede presumir de llevar más de 52 años manteniendo limpio y arreglado el caserío, guiando a los visitantes que se acercan por la zona, o moliendo el maíz de todo aquel que se lo pide. Pero no presume.

Este domingo recibirá, junto con Luis Fernández, de Brañadesella, el reconocimiento como "vecinos ejemplares" por parte del festival "Outono en Bual" por haber resistido en el medio rural y defender un estilo de vida auténtico, sencillo y apegado a las raíces. Por primera vez, la organización quiere reconocer de alguna forma a aquellos boaleses "que lucharon toda su vida por su tierra, que lograron que todo esto no muriese", como apunta Andrés Rodríguez Monteavaro. "Boal es ejemplar, pero su gente mucho más", afirma su hermano Miguel. El homenaje será el domingo, a partir de mediodía, en el centro de la capital boalesa.

Otilia de Froseira resiste en su aldea, donde habita una antigua ferreiría y preserva un molino hidráulico y una bodega de vino. "Mi vida es especial, porque nunca quise salir de aquí. Me metí aquí, y aquí estuve trabajando y viviendo. Aquí crié mis hijos y viví con mi marido. Para mí no hay un sitio mejor, ni tengo envidia por la ciudad", dice. "Yo ya lo vi de nova. Lo que hay en las ciudades xa lo sei", añade. Recuerda que, de joven, fue "aventurera", y conoció grandes urbes como Madrid o Barcelona. Sin embargo, a ella siempre le tiró el campo, sobre todo por la "tranquilidad". "Aquí estoy bien a gusto. Y estaré aquí hasta que me muera".

Otilia no se siente sola. Además de las visitas de la familia, recibe a diario a todo aquel que pasa por Froseira para pasear por la ruta senderista que recorre los bosques del entorno. "Pasa muchísima gente; yo hablo con todos porque soy así de charlatana. La gente me conoce, y me trata muy bien", afirma. Llena su tiempo poniendo a punto el molino y moliendo pequeñas cantidades de grano a quien se lo pida, a pesar de que poco a poco siente que va perdiendo agilidad. "Lo que no se me estropeó fue la lengua", bromea. Tampoco el corazón: "Me encariño mucho con la gente, y estoy agradecida a todo Boal, porque me aceptaron muy bien".

Quien también verá reconocido su esfuerzo es Luis Fernández, o "Luis da Veiga", de Brañadesella. A sus 92 años, es alegre, simpático y algo coqueto. "Acabo de estar afeitándome un poco, para salir en prensa", bromea. Goza de un estado de salud envidiable, a pesar de achaques en las rodillas. "La vida me fue bastante bien, no sirve quejarse, gracias a Dios. Siempre tuve cinco duros, y amistades por el mundo", cuenta ahora, a modo de resumen. asegura que desde joven trabajó "muy duro" en el campo, y que destacó en el servicio militar, que desarrolló en el regimiento de artillería de Astorga y en el destacamento de Oviedo. "Estuve allí treinta y siete meses. Querían que me quedase allí, pero les dije que no, que me dejasen marchar".

También recuerda su afición a la pesca, utilizando nasas para las truchas, y a la caza, cuando iban a por los lobos, "cuando todavía no estaban protegidos como ahora". Sobre su entorno, reconoce que ve "bastante mal" al concejo de Boal, "porque no quedan más que viejos, y cada vez menos; y la juventud tiene que marchar porque no hay ambiente y tienen que buscarse vida por donde pueda".

"Outono en Bual" arranca mañana, a las diez y media, con la presentación en la sala Helenias y posterior magosto. Durante el sábado habrá actividades y música, y el domingo será el homenaje.

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