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"Puede marcar para toda la vida", alertan los sanitarios sobre el alcohol en menores

Los profesionales aconsejan ofrecer a los jóvenes alternativas de ocio alejadas del consumo y acudir al médico al advertir los primeros indicios del problema

María del Mar Fernández y Begoña Braña. G.G.

La reducción de la edad de inicio en el consumo de alcohol, así como el aumento, constatado, de problemas derivados de esta práctica han puesto en alerta a padres y madres, educadores y profesionales sanitarios. La tolerancia social sobre esta sustancia es el factor principal que se quiere combatir desde la Sanidad. "No se trata de una chiquillada, es algo que va a dejar huella para toda la vida", advierten los responsables de Salud Mental del área sanitaria I.

Los últimos estudios de consumo en estudiantes de Secundaria reflejan un descenso en la edad en la que los menores se inician en el consumo de alcohol. "Siete de cada diez menores asturianos han tomado alcohol en los últimos treinta días. Es una bestialidad", asegura Begoña Braña, psicólogo clínico. No hay diferencia en cuanto a sexos, y algunos comienzan con apenas doce años. Esto contrasta con la escasez de consultas en el sistema médico. "Es algo que nos preocupa, porque o los padres no lo ven como un problema o algo está fallando", considera Braña.

Los daños que esta sustancia puede generar en un menor son graves, como explica la psiquiatra María del Mar Fernández: "Utilizar drogas en la adolescencia provoca que en el cerebro queden marcadas ciertas zonas, lo que supone que, a lo largo de la vida, sea más probable necesitar ciertas sustancias para sentirse recompensado. Además, comienzan a dejar de funcionar los circuitos normales, y se pierde memoria, se atiende menos en clase".

También pueden aparecer conductas de riesgo relacionadas con el consumo de alcohol, como peleas, problemas judiciales o de aspecto sexual. "No es consumir o dejar de consumir; se trata de estropear muchas cosas de cara al futuro", apostilla Fernández.

El riesgo aumenta cuanto antes se comience a tomar bebidas alcohólicas, y también va en relación con la cantidad. La psiquiatra reconoce que ha habido un cambio en el modelo de consumo. Ha pasado de ser mediterráneo, con uno o dos vasos de vino con las comidas, al nórdico, con atracones de alcohol, "en ocasiones hasta perder el sentido". "Es un cambio muy peligroso; conlleva más afectación cerebral y hepática, además de más riesgo de sufrir ciertos tipos de cáncer, como el de lengua o esófago", afirma Fernández.

Baja percepción del riesgo

El primero de los escollos que existen en la lucha contra el consumo de alcohol a edades tempranas es la "escasa percepción del riesgo" que tienen los adolescentes. "Es algo que no se valora, no se tiene en cuenta", dice Begoña Braña. Es por eso que el papel de los progenitores es explicar y hacer ver las consecuencias que tienen este tipo de prácticas. Ahora mismo, el nivel de tolerancia en este aspecto es "muy elevado". "Ese es uno de los principales campos en los que trabajar, en concienciar a la sociedad en general de que sí se trata de un problema grave", añade.

María del Mar Fernández coincide en la misma línea, y es aún más dura: "Estamos flaqueando en cuanto a sociedad. Los adultos carecemos de compromiso, y delegamos la enseñanza de ciertos valores a la escuela. Los primeros en dar ejemplo, y poner límites, debemos ser los padres. No vamos a ser peores padres por decir que no", reitera la psiquiatra.

Ante esta situación, existen soluciones que los padres pueden adoptar en el día a día. Controlar los comportamientos del menor o tener información sobre las compañías en las que se mueve es importante. "También es necesario abrirles el abanico de posibilidades, hacerles ver que existe un montón de cosas que se pueden hacer en el fin de semana sin recurrir al alcohol", apunta Braña, que cree que lo más importante es "educar a los niños para que sean capaces de tener todas las herramientas en la mano para tomar decisiones con criterio".

El sistema sanitario también es un pilar en el que las familias se pueden apoyar en situaciones como estas. "Es importante que los padres tengan información. Que la consulten, que no se queden con las ganas", invita Fernández, que apunta a que el médico de familia o el pediatra es la persona de confianza adecuada para recoger todos los aspectos relacionados con el consumo de alcohol en menores. "Ellos están preparados para un primer contacto, están siempre dispuestos a escuchar y a mantenerse alerta", añade la psiquiatra.

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