En el Noroccidente cada vez hay más personas mayores que viven solas. La comarca cuenta con doce grupos de voluntarios que luchan para que la calidad de vida de estos vecinos se mantenga intacta pese a la soledad. En los municipios del Noroccidente asturiano hay entre 70 y 80 voluntarios. La mayoría son mujeres de mediana edad. Todas están organizados por proyectos y hoy por hoy trabajan con dos grupos: mayores y discapacitados. Ayer una amplia representación de estas voluntarias participó en las jornadas que se organizan cada año para conmemorar el Día del voluntariado. Este año, la sede de las jornadas fue el centro "El Encuentro" de Navia.

En el Occidente esta fórmula altruista se enfrenta a grandes retos. La población está cada vez más envejecida y sola y no hay tantas asociaciones dispuestas a liderar un proyecto con voluntarios. "Hoy en día necesitamos colectivos que se impliquen y pongan en marcha programas", explica Laura López, una de las expertas en esta materia de la comarca además trabajadora de la Fundación Edes.

Los voluntarios desarrollaron distintas labores hasta la fecha y ahora pueden dar un paso más. Algunos ayuntamientos están interesados en integrar a esta red en los servicios sociales que se prestan en los domicilios. "Se trata de un paso más, porque el voluntario no es una atención asistencial. No tienen que lavar, fregar o cocinar para el usuario. Su apoyo está relacionado con otro aspecto del bienestar de una persona, con lo emocional", añade López.

En los últimos años han surgido proyectos de la mano de las necesidades. Por ejemplo, hay gente que acompaña a personas que viven solas y llegan al hospital de Jarrio cuatro o cinco horas antes de la consulta por falta de oferta de transporte público. "Se trata de hacerles compañía e incluso de llevarles a pasar unas horas a un centro de mayores", indica López. No es el único proyecto en marcha. En la comarca hay doce y, además, cada municipio tiene sus singularidades. En Luarca los implicados son muchos, pero falta gente joven. Así lo entiende la voluntaria Carmen Menéndez. Ella tiene 80 años y después de una vida trabajando como modista en París creyó oportuno emplear parte de su tiempo en ayudar a los demás. "Es reconfortante volver al origen y poder hacer algo por la gente que lo necesita", dice. Es voluntaria desde hace 10 años. Primero acompañó a enfermos hospitalizados. Ahora dedica dos horas semanales, como mínimo, a hacer compañía a aquellas personas mayores que la necesitan. El paseo por Luarca de voluntario y usuario es "obligatorio" si no hay complicaciones físicas. Por lo demás, "es importante conocer los gustos de las personas y ser prudente", señala esta luarquesa octogenaria. En su caso, nadie rechazó su compañía, pero se dan casos en los que voluntario y usuario no cuajan. "Hay algo esencial en este trabajo: saber escuchar", añade Carmen Menéndez. Mucha gente sólo desea contar cosas y el tema estrella de las personas mayores suele ser la familia: "Los hijos y los nietos, que suelen estar lejos".

Aurora López tiene 25 años y es de Figueras. Ella es voluntaria en la Fundación Edes. Se encarga de los paseos y salidas con distintos destinos de las personas con limitaciones. Se embarcó en esta aventura hace tres años. "Confieso que lo hice porque también me aportaba cosas", explica. Para esta joven el voluntario se lleva muchas cosas a casa tras la tarea "y casi todas son buenas". "En mi caso, me evado de todo y las personas con las que trabajo me hicieron apreciar el valor de un pequeño paseo", dice.

Laura López tiene 51 años y es una compañera de tarea voluntaria que se ocupa del ropero municipal de Castropol. Está jubilada. Tuvo una complicación grave de salud de la que pudo recuperarse y ahora cree que "debo agradecer lo que la vida me ha dado". Es madrileña, pero vive con su pareja en Castropol desde hace diez años. Empezó a colaborar en un proyecto de voluntariado tutelado gracias a una campaña municipal. "Me animó una concejala", señala.

En la actualidad va "al menos una vez a la semana" al ropero y allí selecciona, coloca y ofrece la ropa a las personas necesitadas. "Hoy por hoy, no me imagino estar sin una ocupación de este tipo", dice. Ayer, en Navia, se reunieron medio centenar de personas comprometidas y con ganas de ayudar a la sociedad.