El sector cuchillero estatal confía en que 2017 sea un año clave para que la Unión Europea ponga en marcha las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) de los productos no agroalimentarios. La medida sería especialmente bien acogida en Taramundi, pues sus artesanos confían en que esta figura de protección frene la progresiva entrada en el mercado de falsificaciones de sus prestigiosos cuchillos y navajas.

"La posibilidad de tener una marca que garantice el origen es fundamental, ya que estamos viendo productos muy similares a lo que hacemos en Taramundi que confunden fácilmente a quien no es experto", explica el navalleiro taramundés Juan Carlos Quintana, que ayer participó en la jornada de información y debate sobre las IGP organizada en el Centro de Artesanía de Bres.

Estima, además, que la IGP para el cuchillo de Taramundi podría generar más puestos de trabajo y, sobre todo, añade, "sería una garantía para el consumidor".

En los mismos términos se expresa Nieves Bermúdez, de La Cuchillería de Taramundi: "La IGP nos serviría para evitar la competencia de mercancía que se vende como marca de Taramundi y no lo es". Explica que a la empresa donde trabaja, la de mayor tamaño del concejo, llega mucha gente convencida de que tiene navajas de Taramundi y cuya procedencia en realidad no está clara.

El futuro de estas IGP no agroalimentarias se dirime en Europa, tal y como explicó ayer Juan Andrés Barbero, presidente de la Asociación de Cuchillería y Afines (APRECU), la única de ámbito estatal con la que cuenta el sector y que suma 62 socios. "Estas IGP se aprobaron por mayoría en la Eurocámara y ahora los comisarios deben adaptar el reglamento que existe para las industrias agroalimentarias", explica Barbero, quien reconoce trabas por parte de parte de los países que no ven ventajas en la medida. No obstante, Barbero confía en que el próximo año "haya movimientos" importantes. En este sentido, considera clave recabar apoyos de otros sectores artesanos, ya que esta aprobación no solo puede beneficiar al cuchillo, sino a cualquier producto artesano. "Es una marca que protege el buen hacer artesano y evita que se pierda, por eso es importante hacer fuerza; cuantos más sectores nos unamos, mejor", subraya.

Barbero explica que la IGP "es una herramienta que protege nuestras raíces y costumbres", y asegura que beneficiará al productor, pero también al consumidor. "Deben de saber con seguridad lo que están consumiendo", añade, al tiempo que asegura que la IGP puede convertirse también una herramienta de promoción turística para las localidades afectadas. Así lo ve el alcalde de Taramundi, César Villabrille, quien espera que la iniciativa sea una realidad cuanto antes.

La asociación APRECU lleva años trabajando "para identificar el producto" y defenderse "de la competencia desleal" del mercado asiático. "El consumidor no está informado y se le engaña", matiza Barbero, al tiempo que reclama cambios en la legislación, que obliga a marcar estos productos de importación en el embalaje, pero no en la pieza en sí, como sería deseable para certificar su autenticidad.