El alumbrado público de la villa tinetense se apagó con la llegada de los tres Reyes Magos que entre su séquito llevaban portadores de antorchas de fuego que les iluminaron durante su recorrido por el centro de la villa. Allí les esperaban los niños que coreaban sus nombres al paso de sus carruajes y recogían los caramelos que los pajes iban lanzando a la multitud. Tras el desfile, Sus Majestades tuvieron tiempo de recibir uno a uno a todos los niños que repasaron todas sus peticiones y pudieron disfrutar de un chocolate caliente. Antes de iniciar la cabalgata, los Magos de Oriente no se olvidaron de visitar la residencia de mayores "El Mirador", informa D. Á.