La calidad de la fruta y las hortalizas que se recogen en el pueblo tinetense de Valsoredo hace que sus vecinos saquen pecho de su lugar de origen. Bajo la capilla, levantada en honor al Espíritu Santo, se puede ver una buena extensión de árboles frutales que en esta época están desnudos, pero que en unos meses lucirán sus mejores galas. En ese momento de plena floración, los lugareños comparan su pueblo con el mismísimo Valle del Jerte extremeño, conocido por el espectacular paisaje que crean sus plantaciones de cerezos cuando florecen a mediados del mes de marzo.

"Este es un pueblo muy productivo, recogemos buena fruta y hortaliza, tanto en cantidad como en calidad y sabor, y en primavera da gusto ver el pueblo, parece el Valle del Jerte", ensalza Carlos López. Sin embargo, de esa productividad solo se benefician los vecinos, puesto que sus huertos y frutales producen para el consumo propio y no para la venta.

El principal soporte económico de Valsoredo es la ganadería de producción de leche, aunque las explotaciones que quedan son medianas. "Somos cuatro ganaderías de las aproximadamente 15 o 16 que llegó a haber hace 20 años, y los que estamos al frente superamos los 40 años", describe Manuel Suárez, quien, a pesar del cambio que ha experimentado la localidad, no descarta que la situación pueda mejorar. "Este pueblo, por ahora, no se acaba, hay gente joven en las casas que aunque ahora no trabajen aquí pueden hacerlo en un futuro", asegura. Un pensamiento que sustenta en la reciente concentración parcelaria, que "mejoró mucho el pueblo, con fincas más grandes y buenos caminos".

Años atrás, Valsoredo contó hasta con dos bares tienda y una escuela, pero todo ello se perdió con el descenso de la población. Lo que también había desaparecido era la fiesta del pueblo, pero en este caso el empeño de los más jóvenes hizo que se pudiera recuperar hace unos ocho años. "Estábamos viendo que todos los pueblos de la zona tenían fiesta menos nosotros y decimos empezar a organizar e incluso gente que vive fuera apoyó la iniciativa", cuenta Pamela Peláez, una de las impulsoras. Así, cada tercer fin de semana de mayo Valsoredo se llena de bullicio gracias a la recuperada tradición, en la que participan las familias del pueblo y gente de localidades cercanas.

Los habitantes se quejan del estado de la pista de acceso al pueblo, pues, además de estrecha, el firme no es todo lo seguro que debería. También recuerdan un proyecto para continuar la carretera hacia los pueblos de Valdés con los que limita y con los que siempre hubo una gran relación, y cómo la concentración parcelaria pasó por la zona sin cumplir las peticiones vecinales.