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JUAN ANTONIO SALCEDO | Médico retirado y portavoz de la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública del Occidente

"No parece de recibo que la gente espere tanto para acudir a una consulta"

"Se debe explicar cuáles son los planes para el Hospital de Jarrio y actuar con transparencia, para evitar rumores que dañan a la sanidad pública"

Juan Antonio Salcedo en la biblioteca municipal de Coaña. G. GARCÍA

La Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública del Occidente ha denunciado en las últimas fechas carencias de personal en el área sanitaria I, con cabecera en el Hospital de Jarrio (Coaña), que han conducido a un "progresivo deterioro" de la asistencia al ciudadano. Una situación que queda patente en las listas de espera, que han aumentado en 2016 con respecto al año anterior. "No parece que haya interés en sacar adelante los servicios del Hospital de Jarrio", considera Juan Antonio Salcedo, médico de cuidados paliativos en el Noroccidente desde 2009 hasta hace apenas dos meses, cuando se retiró, y portavoz de la plataforma ciudadana: "Somos defensores de un sistema sanitario público y de calidad, transparente, y que informe a los vecinos".

-¿Cómo califica la situación actual del Hospital de Jarrio?

-La situación actual de Jarrio es preocupante, a tenor de las cifras que se ofrecen de lista de espera. No parece de recibo que la gente tarde tanto en acceder a una consulta. Los tiempos de espera y de demora que hay me parecen excesivos. Entiendo que no es fácil y que las causas que motivan esta problemática son complejas. La gestión de las listas de espera se está viendo afectada porque probablemente se estén "secuestrando" muchos pacientes en el circuito hospitalario; es probable que muchos de los pacientes que están viéndose en consultas externas pudieran ser tratados en atención primaria. La atención primaria debe tener la suficiente capacidad resolutiva en cuanto a medios para evitar traslados al hospital. Para eso, se requiere que las pruebas se hagan en tiempo y forma. Es una manera de desahogar el hospital y reducir costes.

-¿Existen problemas, por tanto, en la relación entre atención primaria y hospitalaria?

-Es probable que se derive más de la cuenta en situaciones que no tendrían por qué. Quizás no es lo más correcto derivar a una persona que está bien, controlada por su médico de cabecera, si entra en una situación comprometida, de catarro por ejemplo. Se debería controlar en el domicilio. Desde mi perspectiva dentro de cuidados paliativos, he visto cómo se derivaban pacientes en agonía al hospital. Eso no tiene mucho sentido, independientemente de que existan presiones familiares para ello.

-¿Cómo afecta la carencia de profesionales en el área a la atención sanitaria?

-En urología solo hay un profesional, cuando anteriormente la plantilla era de tres. Es imposible que ese profesional pueda atender la consulta, proceder con las técnicas de exploración que le son propias, operar, hacer planta y, además, atender a las urgencias. Todo ello se refleja en que su lista de espera haya aumentado en el 2016. Es un hecho claro. Con cardiología parece que la situación se ha subsanado, la plaza vacante se ha cubierto. Hay servicios, como geriatría, que no tienen suplente. Ahora mismo en cuidados paliativos, tampoco. No se pueden crear servicios que luego se dejen descolgados.

-Los gestores apuntan a la escasez de profesionales como la principal causa.

-Se precisa poner en marcha políticas de recursos humanos y de convocatoria de plazas con un incentivo adecuado para que los profesionales se vengan aquí. El Consejero habló de la posibilidad de que para una persona que ocupe una plaza aquí, su trabajo sume una cantidad de puntos superior a otros hospitales. Es una manera de incentivar. Estas políticas para combatir la escasez, que no es un problema nuevo, deberían ser aplicadas antes, y no cuando el agua llega al cuello. Y se podrían haber evitado situaciones como las que estamos viendo en Jarrio. También se debería tener en cuenta el criterio anticipatorio, conociendo que la gente se jubila desde hace bastante tiempo. Parece que no se realiza de una manera eficaz.

-¿Qué ha pasado en este hospital para que sea necesario incentivar a los profesionales para que acudan aquí a trabajar?

-El centro, cuando se creó, era nuevo, lleno de gente joven y con ganas. Esos son factores favorecedores para que el trabajo salga adelante y con ilusión, además de ser un hospital bien dotado. Yo no tengo una visión histórica exacta, pero sí se comprueba que ahora el personal no está muy motivado, el ambiente en el hospital no parece que sea nada bueno y, evidentemente, eso repercute en el trabajo que tienen los profesionales. Eso se refleja, también, en atención primaria. Las suplencias o no existen o son escasas, tanto para el personal médico como el de enfermería, como para el personal no facultativo. Esto supone una sobrecarga para los demás, y puede ejercer un efecto totalmente desmotivador. Y en primaria esto se está notando, porque la gente hace lo que puede. Son elementos que no se pueden mantener si queremos una atención primaria potente, de calidad, que evite derivaciones al hospital.

-¿Qué más?

-Frenar la precariedad de los contratos y mejorar las condiciones del trabajo. Hay profesionales con contrato que hoy están aquí, mañana allí. Si se necesitan profesionales, contrátenlos para un sitio concreto, pero no los tengan de allá para acá. El profesional intenta sacar adelante su trabajo de la forma más digna posible, pero se rompe una de las características fundamentales en el caso de la atención primaria, que es la continuidad, uno de los factores que influyen en la calidad de la asistencia.

-¿Funciona el modelo de colaboración con otras áreas sanitarias?

-La gerente actual aseguró que se permitiría la circulación de los profesionales entre Jarrio y Avilés. La realidad es que se han ido profesionales al San Agustín, como el urólogo, donde hay ocho o nueve profesionales, dejando a uno solo para todo el Noroccidente, con 45.000 personas. Hay una gran desproporción. No tiene mucho sentido. Sentimos que se ha favorecido más el traspaso de profesionales de Jarrio a Avilés que al revés -salvo servicios que ya estaban como oncología- y cribado de cáncer de colon. En vez de equilibrar los profesionales y los recursos, se están yendo de Jarrio a Avilés. Los ciudadanos también. Creo que no debería ser así: los ciudadanos deben estar en su medio, y el sistema debe acercar los servicios sanitarios a esa población, por muy dispersa que esté. Tienen derecho a la vida y a ser atendidos.

-¿Hacia dónde va el hospital? ¿Qué modelo propone la plataforma para el centro?

-Es algo que a día de hoy desconocemos. Entiendo que no podemos tener de todo en todos los hospitales, pero sí arbitrar mecanismos para que la población sea atendida adecuadamente en el lugar en el que reside. Estamos en una zona ampliamente envejecida, con pacientes mayores y muchas patologías que atender. Quizás una posibilidad es un sistema de medicina interna potente, con una serie de servicios apoyándolo. Nos gustaría poder discutir con la dirección qué modelo tiene en mente, pero es algo que no se ha dicho. Esto lleva a que se especule con que el hospital, en relación a la fusión de áreas, se vaya al garete, cuando ha sido un elemento clave en la zona y una lucha continua por parte de los vecinos para tenerlo aquí; sobre todo cuando las comunicaciones estaban peor. Ahora las comunicaciones han mejorado, y eso a veces se utiliza como una excusa para fusionar áreas sanitarias. Desconocemos qué es lo que la dirección o el SESPA se plantean. Sería importante aclarar qué planes tienen, y actuar con transparencia, informando de lo que se va a hacer y discutiendo eso con la gente.

-¿Por qué es tan importante que se convoquen los Consejos de Salud?

-Los Consejos de Salud están regulados por ley, y tienen una normativa que obliga a convocarlos con un orden del día. Desde que estoy en esta área no me han convocado a una de estas reuniones, ni he oído que se pongan en marcha. En ellas participan ayuntamientos, asociaciones de vecinos, personal sanitario y de la dirección del área. Y si es cierto que se han reunido, se desconoce su resultado. Es fundamental, si queremos evitar rumores y malas interpretaciones, ser transparentes y contar a la gente qué es lo que hay. Si somos claros y se ponen sobre la mesa los asuntos, se cuenta lo que hay, se discrepa, se debate, pero, sobre todo, se despejan dudas y se evitan rumores, que son dañinos para la percepción que el ciudadano tiene del sistema sanitario público.

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