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Valdés lidera un programa para que los discapacitados elijan su formación

Cuatro usuarios del servicio de apoyo a la integración acuden por decisión propia a tejer y a hacer ganchillo a un centro de su entorno más próximo

Jorge Menéndez Pérez muestra el jersey que ha tejido para su sobrino, que nacerá pronto. A. M. SERRANO

En el centro de atención a la integración de Canero (Valdés) saben bien que las personas con discapacidad no solo tienen derecho, sino que también pueden hacer cosas similares o parecidas al resto. Por eso, la dirección del centro ha abierto un programa que trata de involucrar a los usuarios en su villa de residencia o en su entorno más próximo a través de la formación. En Luarca, son cuatro los usuarios que se han acogido a este programa. Han elegido un curso entre los que se ofrecen en la capital de Valdés, y ellos salen y entran sin más tutela que su compromiso en el centro Calceta, un lugar donde tejen y hacen ganchillo cada semana.

"Es una oportunidad para ellos. Con esto, lo que pretendemos es que elijan, que se formen y que participen de las actividades del entorno sin discriminaciones", dice la directora del CAI, Susa Menéndez, quien concede especial importancia al hecho de participar en la oferta de Luarca. "Ellos pueden hacerlo", destaca.

Cada semana, se reúnen los cuatro. Tras superar con éxito las tareas de la sesión se van solos a casa. Antes reúnen el dinero suficiente para poder hacerlo en taxi. "Todo esto significa autonomía y es un gran avance para ellos", destaca Menéndez.

El CAI propuso la actividad a todos los usuarios y sus familias, y cuatro eligieron este camino. La actividad está financiada por la Obra Social de La Caixa a través de la oficina de Luarca.

Jorge Menéndez Pérez ya ha hecho un jersey para su sobrino, que nacerá pronto, y en el momento de hacer el reportaje de estas páginas se empleaba a fondo con el ganchillo. "Nos gusta hacer esto. Es divertido y lo pasamos bien", dice risueño. La monitora, Isabel Guardado, señala que esta actividad trabaja la concentración, la memoria y la psicomotricidad. Pero lo verdaderamente destacable es que durante las sesiones "hablan entre ellos de sus cosas y comentan su jornada" alejados de su zona de confort, que son el centro o su casa. La directora del CAI y la presidenta de la asociación que reúne a las familias, Nieves Fernández, están "encantadas" con la actividad y, especialmente, con la monitora. "Para estar con estas personas hace falta querer hacerlo, y en esta monitora encontramos un gran apoyo. Es fundamental que las personas con discapacidad se sientan apoyadas para que algo así funcione", dice Susa Menéndez. De hecho, el primer día de curso las cosas no fueron tan bien. El temor a lo desconocido y los nervios del primer día hicieron la jornada más larga. Ahora, las dos horas "pasan volando" y, además, son muy productivas.

Las hermanas Sonia y María Jesús Castro Castro han hecho ya varias piezas con sus manos. El taller les permite tejer y crear a su gusto prendas de vestir y de mera decoración. Han hecho ponchos, mantas, jerséis y manteles.

La actividad también forma parte del programa de integración del centro valdesano. "El objetivo es que sean un grupo más, que puedan hacer un curso al margen de su discapacidad porque han elegido formarse en algo y en un lugar concreto que está, por otro lado, en su entorno", dice Susa Menéndez. El proyecto continuará hasta que los usuarios deseen.

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