Los alfombristas castropolenses de la asociación "El Pampillo" sufrieron en carne propia el fortísimo temporal de viento que azotó el archipiélago de Malta la semana pasada y que, entre otras incidencias, derribó el famoso arco natural de piedra conocido como "Ventana azul". Los de Castropol se desplazaron a la isla maltesa de Gozo para participar en la exposición de alfombras de arte efímero, aunque el viento convirtió el trabajo prácticamente en una misión imposible.

"No estamos contentas con la alfombra, pero sí con haber logrado acabarla, pese a las adversidades. Tuvimos que cambiar de sitio tres veces y llegamos a pensar que no podríamos terminarla", resume la presidenta del colectivo, Maite Muiña, satisfecha de que el grupo demostrara un gran "espíritu de superación y sacrificio", además de imaginación para hacer cambios e improvisar sobre la marcha para poder rematar el trabajo.

"El Pampillo" formó parte de la delegación española que participó en la muestra "Una maravilla del mundo", un evento promovido por la Comisión Internacional de Entidades Alfombristas de Arte Efímero con motivo de la conferencia de presidentes de las regiones marítimas periféricas de Europa, que se desarrolló en Malta como país presidente del Consejo de la Unión Europea. La delegación castropolense -única representación asturiana- estuvo integrada por ocho personas. Casi cien alfombristas de todo el mundo se desplazaron a la capital de Gozo.

Cuenta Muiña que empezaron a confeccionar su alfombra el viernes por la mañana y, aunque estaba previsto que los trabajos estuvieran listos antes de las cuatro, no remataron hasta las seis y media. Esta situación les obligó a acudir a la inauguración y posterior cena de gala vestidas con la equipación de trabajo. "Nos pasó a nosotras y a otro grupo de Sicilia, por falta de tiempo", precisa Muiña.

El viento afectó especialmente a la zona alta de la ciudad de Victoria (capital de Gozo), donde estaba, precisamente, el emplazamiento previsto para la alfombra castropolense. "Era mucho más fuerte que el 'nordés' de aquí", precisa Muiña. Esta situación les obligó a reformular el diseño, a cambiar los materiales y a emplear mucha más cola de lo habitual para fijar el trabajo lo máximo posible. Con todo, precisan, "conseguimos una magnífica alfombra llena de color, perfectamente definida, que nos valió las felicitaciones de nuestros compañeros".

Los de Castropol apostaron por un diseño titulado "Renacimiento", que incluía un gran pavo real descansando en un árbol florido. El pavo real, precisan los alfombristas, está presente en casi todas las religiones. y por eso lo escogieron, para representar "la unión y diversidad de los pueblos".

Pese a las condiciones meteorológicas, cuestión "imprevisible y totalmente ajena a la organización", el grupo castropolense disfrutó enormemente con el viaje. El encuentro de alfombristas sirvió también para avanzar en el proyecto de la Comisión Gestora Internacional para que el arte efímero de las alfombras florales sea reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad. "Cada vez estamos más cerca de lograr este reconocimiento", precisa Muiña, quien indica que la asociación deberá decidir en su momento cómo afrontar el esfuerzo económico que le va a suponer su implicación en el proyecto.