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"Es una pasada ver cómo es el cine por dentro", dicen los figurantes

Quiso la casualidad que Patricia Cid, propietaria de un hotel en la localidad de Pumares (Santa Eulalia), se convirtiera en la madre en la ficción de las actrices Irene Escolar y Ruth Díaz, convertidas para "Bajo la piel de lobo" en las hermanas Adela y Pascuala. "Fue una oportunidad que me cayó del cielo y la experiencia fue divertida y emocionante", confiesa.

El viernes antes del inicio del rodaje en Santa Eulalia el equipo de producción buscaba una mujer de entre 45 y 50 años con alguna experiencia artística. Preguntaron en el ensayo del grupo teatral local "Lumieira Teatro", donde Cid actúa, y rápidamente se pusieron en contacto con ella. No se presentó al casting, pero no dudó en aceptar "una oportunidad que a lo mejor no tienes más en la vida".

Aunque resultó una experiencia gratificante, confiesa que es un trabajo cansado, especialmente por las largas esperas. Sin embargo el "buen ambiente" de trabajo facilitó las cosas. También da cuenta de las esperas el franquino José Manuel Martínez Reinal, que participó en la última escena del rodaje, grabada en el bar santallés La Cerca. "Estuvimos de doce de la mañana a ocho de la tarde con la misma escena. Estaba sentado en una mesa tomando un vino con otros parroquianos y pendiente de Martinón que estaba comiendo fabas. Va bueno de comer fabas Mario Casas", bromea.

El franquino, que actúa en el grupo Juan Manuel Méndez, asegura que "es una pasada ver como funciona el cine por dentro y también darte cuenta de lo que cuesta grabar unos minutos de película". Destaca el trato "excelente" recibido por parte de todo el equipo, incluido Mario Casas al que define como "majo y muy agradable".

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