Los escolares del colegio Aurelio Menéndez, de San Antolín de Ibias, pudieron probar ayer el té saharaui y acercarse un poco más a la cultura de este pueblo norteafricano de la mano de la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui y de una invitada especial, Mula Zeine Badí, saharaui recién llegada a Asturias, que mostró a los alumnos los vestidos y los bailes típicos de su pueblo. En la visita también se abordaron temas menos amables, como la situación en la que vive la población saharaui en los campamentos de Tinduf, al sur de Argelia. Todo ello enmarcado dentro de la mirada a Marruecos que está dirigiendo el centro en su proyecto "Ibias, lenguas y culturas".

Raquel Ramos, trabajadora social de la asociación, acercó al alumnado al conflicto sin resolver del Sahara Occidental que surgió tras la retirada de España del territorio y la posterior ocupación de Marruecos, a partir de mediados de los años setenta del pasado siglo. "La población saharaui pasó de ser una comunidad nómada que ocupaba todo el Sahara Occidental a tener que irse exiliada a campamentos de refugiados en medio del árido desierto a causa de la guerra con Marruecos. Allí llevan viviendo más de 40 años, esperando a que el mundo dé una respuesta a un conflicto aún sin solución", dijo.

Ante las duras condiciones de vida a las que se enfrentan desde hace cuatro décadas los saharauis, Ramos destacó su capacidad de resistencia: "El trabajo duro, el sentimiento de comunidad y las ganas de salir adelante es lo que hace que puedan seguir viviendo en campamentos en medio del desierto". Y sorprendió al alumnado mostrándoles cómo, a pesar de las dificultades y de vivir en un campo de refugiados, "han sido capaces de crear zonas de comercio, hospitales y escuelas".

El colectivo aprovechó también para hablar de los proyectos que desarrollan en la zona, y especialmente de su programa "Vacaciones en paz", con el que hacen que los niños saharauis pasen en Asturias, acogidos por familias, los meses de julio y agosto, cuando las condiciones en la región de Tinduf son las más inhóspitas, con temperaturas que pueden alcanzar los 50 grados. "Tenemos dinero para traer a 260 niños pero necesitamos familias que los acojan", explica Belén Cueva, coordinadora del programa y con 24 años de experiencia acogiendo, algo que recomienda: "te encuentras críos muy abiertos, cariñosos y agradecidos".