Cuánto he sentido el cierre de los Hermanos Vivín en el centro de Ribadeo. Como ha tiempo que dejé mi profesión de perito en leyes me he negado a conocer los detalles de los pleitos, que me consta son varios. Sin embargo, no pude menos de acompañar a estos amigos libreros, la profesión más admirable entre las que conozco de cerca. Mi corazón estaba con ellos pero también con Dionisio Gamallo, Daniel Cortezón y Cándido Riesgo con los que me encontraba allí muchas mañanas de domingo mientras comprábamos la prensa.
Vamos derechitos a un mundo sin libreros de lance, sin impresores artesanales... ¡Sin nosotros, los que los amamos desde el fondo de las entrañas!
La clausura, o traslado, forzada de los Vivín tiene algo de el ultimo día de Terranova de Manolo Rivas y del fin en la peatonal de la ovetense Pelayo de "Santa Teresa, mon amour!", como la califiqué sin ambages.
Cuando mi mujer y yo decidimos dejar Salinas por la ribera del Eo, sabía perfectamente que tenía en Pérez de Castro, Moure, los Lombardero... A intelectuales de primera, pero no imaginaba esa comunidad ribadense de tantísima vitalidad receptiva y acogedora. Vivín forma parte esencial de ella. ¡Por eso lo siento tanto!