Manuel López pasó su infancia en la casa Gómez de Berducedo y, aunque llegada la adolescencia se trasladó a Oviedo para continuar sus estudios y posteriormente a Madrid para estudiar Economía en la Universidad Complutense, nunca olvidó sus orígenes ni el legado que sus antepasado habían dejado en su casa. Una vez prejubilado decidió adentrarse en el extenso archivo guardado bajo llave en su casa y comenzar una investigación sobre la historia del concejo de Allande que acaba de salir a la luz en el libro "La Casa Gómez de Berducedo y el concejo de Allande. Cinco siglos de historia".

- ¿Cómo fue el proceso de investigación?

-Partió del archivo que teníamos en casa, cerrado bajo llave en las alacenas. Siempre me gustó la historia y desde hacía muchos años quería hacer algo sobre esta zona. Así que empecé a ver la documentación y me pareció interesante. La leí, la clasifiqué y la dejé allí. Soy economista, pero cuando me prejubilé hice la carrera de Derecho y una de las asignaturas que di fue historia del derecho costumbrista, lo que me animó a leer más bibliografía y a mirar más en detalle nuestro archivo, donde descubrí que estaba toda la vida de 15 generaciones, desde el año 1530.

- ¿Qué descubrimiento de la historia de Allande destacaría?

-Fue un municipio de señorío jurisdiccional durante 300 años. Su origen se sitúa en la guerra que enfrentó a Pedro I "El Cruel" con Enrique de Trastámara por el trono de Castilla a mediados del siglo XIV. Cuando Enrique II fue coronado dio parte de sus tierras a sus aliados, entre ellos la familia de los Quiñones, que pasaron a ser los primeros señores de este municipio y dio inicio a las luchas de los vecinos contra ellos, que se endurecieron después contra los Cienfuegos. Fue en 1515 cuando los Quiñones vendieron esta jurisdicción a un contador de los Reyes Católicos, a Rodrigo González de Cienfuegos, que luego obtendría el título de Conde de Marcel de Peñalba.

- El libro también aborda la estructura social de la época.

-Se explica cómo eran las familias de entonces, cómo eran los hidalgos y los pecheros. Los últimos eran el 30 por ciento de la población y los que pagaban los impuestos y los diezmos a la Iglesia, el resto eran hidalgos que estaban exentos. El libro está formado por cuatro capítulos. En el primero se habla de la historia de las instituciones jurídicas, políticas y sociales de Allande, el segundo trata de la formación histórica de la parroquia de Berducedo, el tercero se centra en la línea de titularidad de la casa Gómez de Berducedo y en el último hago una recopilación de las principales operaciones jurídicas que se hacían entonces, entre ellas: testamentos, capitulaciones matrimoniales, permutas, comuñas de ganado, arriendos o censos.

- ¿Qué peso tenía el pueblo de Berducedo?

-Es el principal pueblo del otro lado del Palo, el alto que divide el concejo de Allande en dos. Siempre tuvo su peso y fue considerado la segunda capital del municipio. De hecho, allí había escribanos, hasta cuatro de mis antepasados. Eran como los notarios actuales, intervenían en todos los actos jurídicos de compraventa, inventarios, testamentos? Pero, además, ejercieron como tenientes de merino y fueron jueces de alcabalas, un impuesto indirecto que se pagaba al realizar cualquier transacción.

- ¿Cómo fue la evolución de la Casa Gómez?

-Primero estaba situada detrás de la iglesia. Esa casa se demolió porque había habido un incendio. Allí vivieron los Queipo y los Sol Queipo. Luego se trasladó al otro lado del camino, donde vivieron los últimos Sol Queipo. En 1808 se hicieron dos casas y en una de ellas una hija se casó con Domingo Antonio Gómez y ahí empezó el apellido Gómez. La casa la vendió mi padre, que hizo otra junto a la carretera AS-34, que se mantiene. La antigua está muy transformada porque se vendió por trozos.

- ¿Cómo se lograron conservar los archivos durante tantos años en una casa particular?

-Tuvieron una función importante los escribanos porque fueron ellos los que lo cuidaron, preservaron y ordenaron, sobre todo el último de ellos, Lorenzo Antonio Sol Queipo, que ordenó todos los papeles, los cosió, hizo cuadernillos y copias. Estos archivos lograron sobrevivir al incendio de la casa y a dos invasiones importantes. La primera, la de los franceses, que a su llegada a Allande tras la Junta Patriótica de Asturias arrasaron todo y quemaron el archivo municipal; lo único que se preservó fue lo que estaba en manos de los escribanos de los pueblos. La otra fue en la revolución de 1934, cuando se quemaron el edificio y los archivos de la Audiencia Provincial de Oviedo. Así que estos archivos que están en manos privadas son fundamentales para ir recuperando parte de la historia.

- ¿De ahí su decisión de donarlo al Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA)?

-Lo doné porque creo que los que somos de los pueblos del Occidente somos los más pobres y menos conocidos, así que si los tesoros ocultos que tenemos no los sacamos a la luz nadie nos va a conocer, ni tampoco nuestra historia. La única manera de conseguirlo es depositándolos en la red de archivos públicos de Asturias a disposición de los investigadores para que los estudien y den a conocer el pasado histórico de nuestros concejos. En el mismo sentido trabajé en el libro, con el propósito de aportar fuentes de conocimiento sobre el concejo.