"Descanse en paz este querido hermano misionero". El arzobispo, Jesús Sanz Montes, cerró ayer con esas palabras su homilía de las exequias por Luis Legaspi, el sacerdote castropolense que estuvo al frente de las misiones asturianas en África y América casi medio siglo, fallecido el pasado martes, a los 93 años.

"Luis fue bendecido por una larga vida, muy colmada de tantos servicios (...) Capellán, consiliario, cura bueno, siempre estuvo al lado de los que no tenían luz en la mirada", evocó el Arzobispo en el funeral de cuerpo presente, que tuvo como escenario el templo de San Tirso el Real, y en el que participaron de concelebrantes una treintena de sacerdotes, muchos de ellos protagonistas de las misiones que la diócesis de Asturias sostuvo en Burundi, Benin, Guatemala y Ecuador, gracias el empuje y la determinación del cura castropolense. Allí le dieron el último adiós Fernando Fueyo, ahora capellán del Sporting y que junto a Eladio González abrió la misión de Burundi; el párroco de San Pedro de los Arcos (Oviedo), Jorge Fernández Cortés, que estuvo de misionero en Ecuador al igual que Alfredo de Diego y Marcelino Montoto y José Antonio Álvarez, que misionaron en Guatemala, entre otros.

El Arzobispo mencionó los escritos que hasta última hora le envió Legaspi, "algunos críticos, pero nunca con amargura ni desdén", y otros "bellos, de un corazón grande, con una pasión jamás dormida de anunciar el Evangelio". Para la ocasión, presidía el altar una cruz que el propio Legaspi había donado a la Cofradía de la Balesquida, según detalló el ovetense José Luis Felgueroso, cofrade de la misma. Tras el funeral, tuvo lugar la incineración. Hoy habrá una misa a las 12 y media en la iglesia de Santiago Apóstol de Castropol, en cuyo cementerio reposarán sus cenizas.