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Las heladas dañan los viñedos de San Antolín de Ibias y de las zonas altas de Cangas

Los viticultores afectados trabajan para salvar las plantas de cara al próximo año y dan por perdida la cosecha de octubre

José Ron y David Barrero observan las plantas de vid quemadas por la helada en San Antolín. D. ÁLVAREZ

Una parte de los viticultores de Ibias y Cangas del Narcea miran estos días con impotencia a sus viñas quemadas por la helada. Las bajas temperaturas, por debajo de cero, registradas hace una semana han hecho estragos en las plantaciones de la zona baja de Ibias, especialmente en San Antolín, y en las zonas de ladera y más altitud de Cangas del Narcea. En las parcelas afectadas, no se piensa en la próxima cosecha, sino que la vista está puesta en poder salvar las plantas de cara al año que viene.

David Barrero, viticultor ibiense, asegura que en su media hectárea de viñedo están afectadas el 80 por ciento de las plantas. "Esto nos destrozó, llevo toda la vida cuidando de la viña por afición y nunca vi las cepas como están ahora", asegura Barrero. En su caso da por perdida la cosecha y su objetivo es "conseguir que la planta aguante, pero la poda del año que viene va a ser muy difícil". José Ron, con 1,8 hectáreas afectadas también en San Antolín de Ibias, recuerda que en torno al año 1966 también se produjo una helada en el mes de mayo que "arrasó con todo". Explica que esta vez fueron tres días con temperaturas de tres y cuatro grados bajo cero que helaron unas cepas que estaban empezando a brotar dejando a la planta sin hojas ni racimos.

El trabajo de los viticultores ahora es "limpiar todo lo quemado por la helada para ver si salen otras yemas secundarias y la planta pueda quedar bien para el año que viene". No obstante, creen que entre las más jóvenes "van a secar muchas y habrá que reponer", expone Ron.

En Cangas del Narcea, la niebla que cubrió el valle durante los días más fríos salvó las zonas de concentración de viñedo más importantes del concejo como son Las Barzaniellas o Limés, siendo las parcelas más afectadas las que se encontraban en altitudes de 500 y 600 metros. Además, el efecto fue muy irregular incluso dentro de los mismos terrenos y en fincas colindantes.

"En viñas pegadas se han visto que unas estaban heladas y otras no en función del relieve o de su orientación", apunta José María Martínez, viticultor cangués, que asegura que las lluvias que llegaron después de las heladas "fueron buenas y pueden ayudar".

La presidenta de la DOP Vino de Cangas, Beatriz Pérez, aunque cree que notarán una merma en la cantidad de uva que llegue a bodega, se muestra más preocupada por los viticultores que pueden perder toda la cosecha.

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