El centro púbico de educación básica Aurelio Menéndez, ubicado en San Antolín de Ibias, es más que un colegio: se ha convertido en el referente cultural del concejo ibiense gracias a las actividades extraescolares y abiertas a la comunidad que desarrolla periódicamente en el marco del proyecto educativo "Ibias, lenguas y culturas". La directora del colegio desde 2005, Visitación Blanco, concibe el centro como un servicio de proximidad que debe estar abierto al público y considera que "la escuela tiene que ser el corazón de la sociedad".
-¿Cómo es trabajar en un centro de educación básica y con un alto grado de interinidad en el profesorado?
-Es ilusionante, pero a la vez hay una responsabilidad muy grande por la complejidad que tiene a la hora de organizar el funcionamiento general de un colegio con las tres etapas educativas obligatorias y la Escuela Hogar, a lo que hay que sumar la movilidad del profesorado, que supone que cada año haya que volver a reinventar el proyecto educativo, aunque tiene su parte buena, que es la innovación y el aire fresco que impregna el centro con los profesionales que llegan cada año.
-¿La matrícula es el principal miedo para la directora de un colegio rural?
-Probablemente sea el principal problema que tenemos ahora mismo en la escuela rural. Es uno de los retos a los que nos enfrentamos y para el que nosotros no tenemos la solución. Las zonas rurales han carecido de programas integrales de desarrollo rural en los últimos años, la administración educativa ha apostado mucho por las escuelas, por la educación en el medio rural, pero ello no ha llevado parejo un programa de desarrollo y nos estamos quedando sin nuestro único potencial, que es el alumnado.
-¿Cómo surge el proyecto "Ibias, lenguas y culturas"?
-Surge porque nos dimos cuenta de lo poco que conocíamos del resto de Europa o de países tan cercanos como Portugal o Marruecos, de los que además hay colonias de población importantes en Ibias. Así, vimos necesario realizar un proyecto centrado en las diferentes lenguas y culturas para aprender a valorarlas y establecer puentes de entendimiento tan necesarios en esta sociedad. Pero sin olvidarnos de lo nuestro y lo cercano. Se trata de abrir la mente al mundo de nuestros alumnos y a la vez de potenciar las señas de identidad y de pertenencia a una comunidad rural, una realidad que no ven reflejada en las series de televisión.
-Muchas de sus actividades están abiertas a la comunidad.
-La escuela tiene que ser el corazón de la sociedad y tenemos que estar abiertos a las familias y a la población en general. Somos un agente educativo más, así que ¿cómo no vamos a utilizar estas actividades para abrirlas a la comunidad? Más aún cuando en el mundo rural otra de las debilidades que tenemos es la gran dificultad que supone organizar actos culturales.
-¿Cómo ve el futuro del proyecto?
-Tiene un gran futuro independientemente de las personas que trabajen en esta casa. Nació con el mejor de los despliegues posibles, porque en la primera edición recibió el primer premio Sello Europeo de las Lenguas, que supone un gran aval. Además, es un proyecto que ayuda a adquirir competencias básicas, puesto que no podemos limitarnos a los libros de texto que están confeccionados de espalda a las zonas rurales, que ni siquiera aparecen.
-¿Cuáles son los retos de la educación?
-En los últimos años ha cambiado la relación familia y escuela, tenemos muchos vaivenes legislativos que perjudican a docentes y alumnado y también sufrimos recortes. Pero a pesar de todo, la sociedad responde positivamente ante los requerimientos de la educación general. Aparte, hay que repensar mucho el tipo de educación que queremos para las futuras generaciones porque se nos está diciendo que debemos formar a futuros profesionales y creo que la función de la escuela es educar en valores y a la persona.
