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Devoción y arte se unen en Puerto de Vega

Los vecinos se esmeran en la confección de las alfombras florales que el domingo lucirá la localidad por la celebración del Corpus

Bárbara Rodríguez, Begoña Pérez y Delta García, con la sal que utilizarán en las alfombras; a la derecha, Gonzalo González utilizando la "cipresera". G. G.

A falta de horas para la celebración del Corpus, Puerto de Vega es un hervidero de actividad, aunque a simple vista reine la tranquilidad. En los bajos, en los garajes y, en general, en todo tipo de locales, decenas de personas trabajan de forma infatigable para que las calles de la localidad luzcan con las trabajadas y detalladas alfombras florales este domingo, con motivo de la celebración religiosa. Una tradición que se remonta décadas atrás, pero que con el paso de los años se ha ido perfeccionando hasta dar lugar a verdaderas obras de arte. "Sólo pedimos que el domingo ni llueva ni haga viento", dicen los artistas. Parece que el deseo, esta vez, les será concedido.

Sebi Suárez recuerda cómo, "desde pequeña", iba a buscar flores para adornar las calles. También que, antes, "las alfombras no se hacían tan elaboradas", y no llevaban todo el trabajo que suponen ahora. "Comenzamos en el mes de mayo, con la recogida del ciprés, pegando el macarrón, y con los primeros preparativos. Estas últimas semanas han sido intensas", reconoce. Pueden llegar a trabajar hasta siete horas al día para tenerlo todo a punto para el domingo.

En Puerto de Vega, cada familia o cada grupo de vecinos se encarga de un tramo de calle para ir completando entre todos el recorrido de la procesión. El día de instalar las alfombras, la ayuda se multiplica porque también lo hace el trabajo. "Viene mucha gente a ayudarnos, nos levantamos a las cinco para tenerlo todo listo", explica Suárez. Ella ha heredado el dibujo que hacía su padre, ya fallecido, lo que le produce "mucha emoción e ilusión, y mucha satisfacción", cuando ya está todo rematado.

Marina Pérez, por su parte, dice que "desde siempre" ha estado manteniendo esta tradición. Espadainas, hinojo y flores han dado paso a otros materiales, pero la esencia es la misma. "Hay un grupo de gente muy bueno, nos lo pasamos muy bien y disfrutamos con este trabajo", señala Pérez, quien subraya la "alegría" porque la gente visite el pueblo y quede prendada de las creaciones. "Además, este año nos coincide con la marcha de 'Peña Furada', lo que atraerá a mucho más público", añade Pérez.

En este grupo cuentan con la inestimable ayuda de Gonzalo González. A sus 85 años, maneja con soltura lo que han dado en llamar la "cipresera". Se trata de una guillotina, especialmente adaptada para garantizar la seguridad, que corta las hojas de ciprés a la medida requerida. "Es un maestro con ella en sus manos", dicen sus compañeros.

En la familia de Delta García trabajan codo con codo hasta tres generaciones para decorar las calles el día del Corpus. Hace unos sesenta años, ella comenzó a realizar un dibujo frente a la casa familiar, con motivos geométricos, utilizando flores como hortensias y espadainas. En un momento dado, innovó introduciendo dibujos, siendo el primero de ellos el altar de la iglesia parroquial, elaborado con serrín. Poco a poco, el trabajo fue evolucionando hasta la actualidad, cuando se reproducen cuadros o se crean composiciones, siempre teniendo en cuenta el carácter religioso.

"Hace unos 20 años empezamos a utilizar sal, que teñimos con pinturas de colores y vamos cada año incorporando nuevos materiales. Los bordes son de flor de eucalipto, aunque se ha pasado a cuerda o macarrones", dice Begoña Pérez, hija de Delta y que, junto con su hermana Maribel, elabora los dibujos. Su nieta, Bárbara Rodríguez, ha heredado esta pasión, al igual que todos los familiares y amigos que aportan su grano de arena para que la fiesta sea completa.

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