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Necrológica

Jamás le olvidaremos, doctor

José Luis Álvarez, a la izquierda, con el periodista Tico Medina. REPRODUCCIÓN DE G. G.

El 16 de junio de 2017 es un día que uno no quisiera que existiese, algo, por supuesto, totalmente imposible. Tristeza, dolor, ideas confusas, dificultad para redactar unas líneas, lágrimas? Es lo que me sucede cuando, ya camino de la cama, recibo una noticia que, estoy seguro, me impedirá dormir, descansar. Y es que se nos ha ido otro hombre bueno. En este caso, José Luis Álvarez García, que ejerció la cátedra de la medicina en Cudillero durante casi 30 años y que se ganó a pulso el cariño y el respeto de "pixuetos" y "caízos", de cudillerenses en definitiva, por su sabiduría y su humanidad. Fue de los últimos médicos llamados de cabecera.

¡Bullen sobre mi mente tantas cosas y todas buenas que, repito, me es difícil escribir y decir lo que siento! Porque, además de ser paciente suyo, fue para mí como una especie de segundo padre-hermano mayor-confidente. Y no trato de hablar de José Luis por esos motivos, sino por su ejemplar labor profesional en Cudillero, su tierra de adopción y corazón, sin que ello signifique que en ningún momento renunciara a Campomanes, a su San Emiliano de nacimiento, allá por tierras de Babia, donde tanto disfrutaba y donde tanto le querían sus paisanos.

Pero aquí, en Cudillero, somos gente agradecida. Por eso cuando se jubiló, en 1999, recibió un sentido y multitudinario homenaje -concretamente, el 16 de mayo-, al que, recuerdo, no faltaron Antonio Cueto, Ángel González Lago ni Francisco González, consejero de Servicios Sociales, director provincial del ISM y alcalde de Cudillero, respectivamente. Y no faltó la voz del maestro Tico Medina, con una entrañable y emotiva carta que previamente se había escuchado en toda España a través de las ondas de Radio Nacional. La iniciativa del homenaje había partido de la asociación "Amigos de Cudillero". Y sería este colectivo el que, pocos meses después, en agosto, le entregase el premio "Peña Roballera", allá en Santa Ana de Montarés, con motivo del día del socio.

Cuatro años después, en 2003, ese gran hombre, al que Ismael Fernández calificó como el "Patrón Mayor de la Salud de Cudillero", recibió otro reconocimiento: la XXIV "Amuravela de Oro", que compartió con el entonces ministro de Fomento Francisco Álvarez-Cascos. Noche inolvidable. Pero de alegría. No como esta.

Profesionalmente, José Luis conocía a todos sus pacientes. Puede decirse que sabía de nuestros males nada más vernos entrar en la consulta. En el aspecto humano, era la jovialidad personalizada. Y como esposo y padre de familia, puedo decir que fue un hombre ejemplar.

El caso es que, inesperadamente, a sus 83 años, José Luis se nos fue. Tengo que terminar. He de hacerlo antes de que en el reloj suenen las doce campanas, anunciando que ya es 17 de junio. Y lo voy hacer de una forma que me fue imposible durante los casi 45 años en que nos conocimos, a pesar de las broncas cariñosas que me echaba: tuteándolo.

Querido José Luis, muchas gracias por todo, por tu ejemplar labor, por tu amistad, por estar siempre preocupado por nuestro bienestar. Hoy gozas del descanso eterno. Y seguro que entrarás en el cielo cantándole a San Pedro una asturianada, algo que se te daba de maravilla, como los chistes. Sin duda que coincidirás con mis padres, tus amigos Conchita y Totó. Dales un beso y un abrazo de mi parte. Jamás te olvidaré, doctor.

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