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Ibias, regreso a la escuela

Antiguos alumnos y residentes del colegio Aurelio Menéndez destacan de su paso por el centro las buenas amistades y la educación recibida

Amistades duraderas y una buena educación es lo que se llevaron de la escuela hogar de San Antolín de Ibias algunos de los alumnos que la inauguraron en 1981. En ese año se abrió el colegio Aurelio Menéndez con la escuela anexa, destinada a acoger durante la semana a los alumnos provenientes de los pueblos más alejados del concejo.

Javier Lago, Ovidio López, José Ramón López y Marcos Rodríguez fueron algunos de los alumnos que se encargaron de estrenar el nuevo colegio cuando tenían alrededor de 11 años. Para ellos residir en el propio centro fue un gran cambio, pero todos guardan buenos recuerdos. "Cuando estábamos aquí añorábamos la casa y el pueblo, estábamos deseando volver y no nos concentrábamos, pero con el tiempo vemos que fue una gran experiencia y yo volvería a quedarme en la escuela hogar", apunta José Ramón López.

Algo a lo que le confieren gran valor ahora es a que las horas de estudio en la escuela estuvieran apoyadas por los educadores, que les ayudaban a resolver dudas. Reconocen que fue algo muy útil y que, de regresar a casa cada día, no podrían haber contado con ello. Además, recuerdan con cariño las actividades extraescolares que les completaban las tardes, en las que crearon el periódico escolar "Connio".

Calculan que en su época serían unos 300 alumnos residentes y en cada habitación dormían seis. De allí surgieron grandes amistades, que perduran en la actualidad, y se idearon algunas travesuras. La favorita era bajar al comedor por la noche. Confiesan que en una de esas escapadas se comieron dos tartas de chocolate que estaban hechas para una celebración del profesorado. El buen sabor de boca duró poco porque para cazar a los ladrones al entonces director se le ocurrió decir que estaban en mal estado y pronto los culpables se delataron por miedo a caer enfermos. El remedio fue beber leche y vomitar.

Para los profesores trabajar en la escuela hogar suponía mantener una relación más directa y estrecha con los alumnos. Carmen Ron estuvo los siete primeros años de la escuela trabajando en ella y reconoce que, "al principio, a las familias les fue difícil adaptarse, pero los niños estaban como en casa y creo que les mereció la pena quedarse allí".

Hoy la escuela tiene un número muy reducido de alumnos y la idea de su directora, Visitación Blanco, es reproducir lo más fielmente posible en el centro el ambiente familiar.

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