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Soto de Luiña aún luce la llama ejemplar

"Luchamos mucho", dicen las mujeres de la junta parroquial al recordar la visita hace 25 años del hoy Rey por la conservación de su patrimonio

En la foto superior, por la izquierda, María Álvarez, Elvira Fernández, Marisa de la Rúa y Martina Fernández. Sobre estas líneas, fotografías que recuerdan la entrega del premio "Pueblo ejemplar". A. M. SERRANO

El denodado esfuerzo de Soto de Luiña por evitar la ruina de su patrimonio arquitectónico le valió, junto a Novellana, para lograr el Premio "Pueblo ejemplar" de 1992. Veinticinco años después, Elvira Fernández y Marina Álvarez son las únicas representantes que quedan de aquella lucha que fue galardonada doblemente, ya que obtuvo también el Premio Europa Nostra a la conservación del patrimonio.

Estas vecinas de Soto de Luiña, hoy con 76 y 84 años, cuentan entusiasmadas cómo eran las cosas entonces. La junta parroquial de Soto no miró para otro lado cuando cayó la techumbre de la casa rectoral y antaño hospital de peregrinos. Ocurrió el 23 de agosto de 1983 y la vecindad, unida, dijo basta. "Es nuestra historia", apunta con aplomo Marina Álvarez, "no supimos ningunearla".

La vecindad sumó esfuerzos y la junta parroquial se dejó dinero, trabajo y vida para evitar que el centro del pueblo se quedara sin aquel patrimonio datado en el siglo XVIII. Lo lograron. En esa aventura tuvieron el apoyo del párroco de entonces, Arturo Poo Riestra, y también de los políticos que estaban el frente de la Consejería de Cultura, Manuel de la Cera y Carmen de Paz.

Gracias al impulso del pueblo se rehabilitó el que fuera hospital de peregrinos (uno de los pocos ejemplos que hay en Asturias), la iglesia de Santa María y también el retablo mayor.

Elvira Fernández recuerda por ejemplo el trabajo de las restauradoras. El pueblo les ofreció casa y comida para que pudieran concluir la obra. Todos los vecinos colaboraban, Los que no lo hacían con mano de obra lo hacía aportando comida para vender o para alimentar las bocas de los trabajadores. Especial importante tiene para el recuerdo la recogida y venta de materiales reciclado. "Teníamos que sacar fondos para financiar toda la obra y no quedaba otra que pensar, esforzarse y colaborar en todo", dice Marina Álvarez.

Recogieron papel y vidrio cuando los contenedores de reciclado no existían. La operación fue rentable pese a lo poco que se pagaba entonces. En 1987 fueron ejemplo para Europa y cinco años después llegó el Premio "Pueblo ejemplar". "Hoy miramos para atrás y nos parece increíble, nos vistió la persona que hoy reina en España", subraya Elvira Fernández.

Los días anteriores a la entrega del premio de manos del entonces Príncipe de Asturias fueron una locura en Soto de Luiña. Allí, en la misma plaza que vio el esfuerzo de los vecinos por evitar las ruinas del conjunto histórico, se celebró el acto principal. Las visitas se contaron por miles, pero las invitaciones a la comida que se celebró posteriormente en Novellana fueron pocas para la demanda. "Al final se quedó en casa la familia. Teníamos que dar ejemplo", cuentan estas mujeres que lideraron a través la junta parroquial y junto a José Suárez, Azucena López, Víctor de la Rúa y muchos vecinos de Soto de Luiña la recuperación del patrimonio histórico de Soto.

Para el recuerdo quedan otras anécdotas. Ni Elvira ni Marina olvidarán el momento de llegada de don Felipe de Borbón el pueblo. "Fue muy emocionante", dicen. Conservan todas las fotos que pudieron recopilar llamando a unas y otras puertas y también los artículos de prensa que hicieron a Soto de Luiña un pueblo ejemplar para Asturias y España.

"Estamos muy orgullosas", señalan. Soto recibió en 1992 el tercer premio "Pueblo ejemplar" que concedió la hoy Fundación Princesa de Asturias y en aquel acto no faltaron las anécdotas. Un grupo de niños hizo una pancarta con el lema "Felipe, préstanos vete". El hoy Rey de España no entiendo eso de "préstanos" y eso de "vete" y preguntó en el palco qué significaban aquellas "extrañas" palabras. "Nos hizo mucha gracia", recuerda Fernández.

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