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El cementerio, clave de Figueras

El investigador castropolense Fernando García recoge en un libro todos los datos sobre el camposanto local: "Sintetiza la historia del pueblo desde 1800"

García señala los nichos más antiguos del camposanto. T. CASCUDO

El figueirense Fernando García, que comenzó hace dos años a investigar sobre el cementerio local con el objetivo de confeccionar una ponencia para las Jornadas de historia local, cierra ahora el trabajo con la edición del libro "Los cementerios de Figueras". Esta publicación, que se presentará formalmente a finales de agosto y que está prologada por el historiador Luis Miguel Piñera, rescata el pasado de este espacio donde, a juicio del autor, se "sintetiza la historia del pueblo desde 1800".

"Espero contribuir a un mejor conocimiento de nuestro cementerio y con ello a una valoración más justificada de este espejo y testimonio de nuestra historia reciente", señala el investigador local, que deja claro que su labor en este trabajo no es la de un autor al uso, sino que se limitó a reunir toda la información existente en torno a este camposanto.

"El concepto de autor en un libro de historia local debe repartirse, pues no es posible sin contar con la confianza de los estamentos oficiales y de los vecinos que aportan documentos y testimonios", precisa García, al tiempo que añade que, más que redactar, lo que hizo fue transcribir y ordenar la información existente en un trabajo de 108 páginas y de "lectura fácil". "Reuní toda la información, pero los hechos reales debe juzgarlos cada lector", apunta.

La historia del cementerio de Figueras está estrechamente ligada a su independencia parroquial con respecto a la feligresía de Barres, pues para lograr este hito (que se remonta al año 1894) fue necesario disponer de iglesia y cementerio. García señala también la mejora que esta infraestructura supuso para la localidad, pues los vecinos de antaño se veían obligados a realizar a pie un largo camino hasta el vecino camposanto de Barres.

Aunque se trata de un único cementerio, García titula su trabajo en plural, ya que una de las peculiaridades de esta edificación es que en su origen albergaba en realidad tres zonas diferenciadas: un cementerio católico al que se dedicó la mayor superficie, uno civil gestionado por los responsables municipales y el de párvulos en el que se enterraban los niños no bautizados. "Era una estructura muy novedosa en la época", apunta García. El cementerio civil no estuvo exento de polémica y, aunque tuvo escaso uso, si que contó con un panteón construido por la Tertulia Republicana en 1906, que sigue en pie y cuenta con tres enterramientos.

En la construcción del camposanto en 1888 jugaron un papel importante los donativos vecinales, especialmente los de José S. Cartavio, que donó buena parte de las 12.158 pesetas necesarias para construir la obra, y de Arias Pardo Donlebún, que cedió el solar. García recoge en su trabajo varias actas plenarias relativas a la construcción en las que descubrió otro hecho curioso como es el nombre del redactor del proyecto: Nemesio Cobreros, profesional afamado que dejó una huella importante en la ciudad de Lugo.

En el libro, plagado de curiosidades como la descripción de los primeros nichos construidos o de cómo eran antaño los ritos funerarios, también se registran las diversas modificaciones que sufrió el espacio. La primera ampliación se autorizó en 1914 y la última quedó lista en 2014, cuando se promovió la construcción de un bloque de columbarios, los primeros de la zona.

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